Comunicación (Im)pertinente
Papá Noel robotizado
El Museo del Realismo de Almería es poco realista. Para empezar, tiene una serie de cuadros abstractos por lo que debiera haberse llamado el Museo del Realismo y otros estilos por si hay paredes que se nos queden vacías, y sí, cierto, quedaría muy largo por lo que se podría haber llamado directa y solamente El Museo. Más original imposible. Arte hasta en el nombre. Y para seguir, su sobredimensión laboral inicial es también poco realista, es decir, muy almeriense. Pasadas las expectativas, decayendo el optimismo y menguados los emolumentos todo se aviene a un verdadero realismo, todo se pone en su lugar en Almería. La pretendida emulación de la ciudad del los museos mira hacia otro lado con los estigmas que aún perduran respecto a los ídem. Hace poco, cerca de la Catedral, una pareja de turistas (extranjeros) me preguntaban por donde se iba al Museo de la Guitarra y gentilmente les hice saber el ignoto camino que les llevaría al recóndito museo. Formalmente es un logro reconocible, claro que cualquier cosa en Almería es un logro reconocible y dono mi sentido reconocimiento pero tengo esa manía de criticar todo lo que se hace con mi dinero, mira como a lo de las Puras no he sido tan crítico ya que es un tema privado y ya pueden hacer lo que quieran cumpliendo las normas. Normas que por cierto no cumplen en el Museo del Realismo tanto como nos hacen cumplir a los demás. Patio interior con escalón diminuto blanco impoluto sin señalizar que señalizarán atropellando la estética de la fatua normativa solo para administrados cuando alguien se dé una hostia al pasar de un nivel a otro. Museo de altos vuelos para una colección de vuelos cumpliditos. Para cuando un catálogo debidamente de pago, para cuando una audioguía, mejor esto no, pésimas en casi todos los sitios. Eso sí, más vigilancia que el Museo del Prado. Sueldos ideales para sueños irreales. La recepción tiene más gente que varios museos juntos. La reverberación de las salas es otra, prohibido hablar alto porque se escucha en todas partes. Señor, le llamo la atención no porque esté hablando alto si no porque además de estar hablando alto en el Museo, está hablando mal del Museo. Si por lo menos hablará bien. Si por lo menos elogiara con loores alejandrinos los excelsos logros de impulsores e impulsados. Usted siempre negatifo, nunca positifo. Usted no sabe de arte ni de realismo. Menos loores y menos loros.
También te puede interesar
Comunicación (Im)pertinente
Papá Noel robotizado
Equipo Alfredo
Urbanismo doloso
El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
Sin complejos
La mentira histórica
Lo último