La rambla de Albox

Los vehículos de los ciudadanos de Albox venían aparcando sobre la seca tierra de la rambla del pueblo, entre los baches, las piedras y los cascotes que ella se mantenían. Desde hace años, décadas, los vecinos encontraron en su rambla un lugar donde ubicar sus coches, sus camiones, y si fueran todavía tiempo de carros, allí aparcarían. Y los martes, si usted se daba una vuelta, la rambla estaba colapsada ante los vehículos que allí encontraba un lugar donde pasar unas horas, mientras los visitantes de otros municipios hacían sus compras en el mercado de los martes de Albox, centro económico de la comarca. En unos de los viajes que hice a Albox, recuerdo que la unidad móvil de la radio quedó aparcada al lado de otros en aquella rambla sin agua, pero con recuerdos de avenidas y desastres de otros tiempos. En la capital los ciudadanos encontraron su rambla, se hizo una rampa para acceder hasta ella, imagino que la mando hacer un alcalde, y hasta las autoescuelas se dieron cita para examinar a los que iban camino de ser los nuevos conductores. ¿Tuvieron en su día el permiso de los muy espabilaos de medio ambiente para la rampa, el aparcamiento y las plataformas para los exámenes de conducir? Imagino que eran otros tiempos, y los políticos de entonces intentaban hacer lo mejor para sus ciudadanos. Ahora no se trata de eso, o lo parece. Ya no interesa lo que le viene bien al pueblo, si alguien piensa en una rambla para aparcamiento de los vecinos, y la asfalta, sin entorpecer el camino de las aguas, si un día aparecen, se le denuncia, se la acusa y se le castiga. Quien denuncia va a seguir permitiendo, si llega a ganar el ayuntamiento, que los coches sigan aparcando en la rambla, pero eso sí, sobre las piedras, los antiguos baches y cascotes. La rambla volvió a su antiguo estado, y la justicia sigue su camino, hoy se le piden siete años al exalcalde Torrecillas y a un edil de su equipo. Malversación, porque según denuncia, se gastó el dinero del ayuntamiento en asfaltar el cauce de la rambla, y cuando le llamó la atención la justicia, no tuvo más remedio que volver la rambla a su antiguo estado, pagando de nuevo con dinero del ayuntamiento. A la malversación hay que unir la falta de permiso de los señores de la Junta, y ahí es de imaginar que andan los de la confederación y los medio ambiente. No estaría de más que a los funcionarios de estos dos organismos políticos se les obligara a vivir en los pueblos, esos sobre los que tienen el poder de los tiranos, que sintieran las vivencias de los ciudadanos en los mismos, quizás cambiaban en algo sus opiniones a la hora de firmar sobre la vida y el futuro de los vecinos de estos municipios. La rambla de Almería ha cambiado la imagen de la ciudad, la de Albox debería llevar el mismo camino, pero siempre nos vamos a encontrar con la denuncia contra el enemigo político, aunque se esté denunciando algo que viene pidiendo a gritos el ciudadano. Es el drama de la mediocridad que se vive en nuestra política, sin olvidar los escenarios impuestos por los ecologistas.

stats