A Vuelapluma
Ignacio Flores
Los míticos 451º F
Las dos, las Diputaciones de Granada y la de Almería han dejado que La Ragua se duerma, algo parecido a lo que ocurrió con el poblado de Las Menas de Serón por parte de la Junta: le dejó dormir, tanto tanto, que cada día era más difícil su despertar. Y es que todo lo que ha caído en manos de estos políticos que nos dotamos, hasta ahora los del Psoe y los del Pp, o ha sido destruido, o nos cuesta un dineral a los ciudadanos su mantenimiento. La Ragua era uno de esos paisajes entre provincias, con posibilidades, un restaurante algo pequeño y un centro con literas para gente joven cada vez en peor situación. Las diputaciones responsables, tras años de silencio y de olvido, deciden invertir de nuevo en el paraje y en las instalaciones. Se habla de un millón y casi medio de euros. No se inquieten, no saldrá de los bolsillos de los políticos culpables del abandono sufrido. La pintarán, la dejaran mona mona, repondrán las viejas colchonetas, los somieres que se habrán oxidado, harán una fiesta para reabrirla con la presencia de los dos presidentes de las diputaciones y sus colegas, los alcaldes y sus concejales de la zona, y La Ragua vivirá una nueva etapa gracias a ese millón y pico de euros que sale de los bolsillos de los que pagamos impuestos. Se dan cuenta, no son ellos, somos nosotros los paganinis, y eso que no somos músicos, como el hermano de Pedro Sánchez. La Junta de Andalucía, con Juanma Moreno al frente y en manos del Pp, ha decidido que la administración no debe andar metida en hostelería ¡bien! y decidió que se pondría a la venta, o subasta, tanto monta, algunos de los centros turísticos que tiene en nómina y que les está costando a los andaluces un potosí. ¡Más bien! No lo está haciendo con la celeridad que debiera, cierto, es de imaginar que la burocracia en la que nos han metido a los ciudadanos la están pagando también ellos (vengan leyes para controlar al personal, y las mismas los controlan a ellos), pero tienen la intención de vender todo aquello que en manos de la administración no funciona pues se han convertido en garitos para familias y amigos, con un déficit que clama en el desierto. No sé si las diputaciones responsables de La Ragua deberían seguir el mismo camino planteado por la Junta para Las Menas y otros centros, pero el ejemplo que nos ha dado a lo largo de estos años impondría una solución igual o parecida. De lo contrario, lo que nos espera son unos años con los labios pintados y las colchonetas decentes.
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