Quiero ligar

06 de septiembre 2024 - 03:07

Ojo, se trata solo de un título, no de una manifestación explícita, aunque lo parezca. Bien pensadas las cosas, mejor sería hacerlo así que con el disimulo de una piña invertida. Entiéndase, claro está, que las piñas no tienen sexo, si bien pueden ser de distinto género, y que, por tanto, una piña invertida es una piña colocada de abajo a arriba, en sentido opuesto al ordinario, mas no otra cosa. Cuestión distinta, pero no tanto, es quién dispone así una piña, y para qué, en el carro del supermercado, particularmente a ciertas horas, y se deja ver en determinadas estanterías o espacios del local. Ya que, según parece, de tal forma se consigue manifestar una disimulada disposición a ligar. No otra cosa, de momento, que mantener pasajeras relaciones amorosas o sexuales. Podría emplearse la fórmula “y/o”, pero, consideradas las recomendaciones académicas, mejor la conjunción “o”. Pues no debe presuponerse que las relaciones sexuales sean a la vez amorosas, ni al revés, lo que justificaría decir amorosas y sexuales; y más aceptable es entender que la conjunción “o” no señala solo alternativas, sino asimismo adiciones, luego una relación amorosa no excluye la sexual y, de ese modo, se señala un tipo de relación o ambas. Precisiones lingüísticas al margen, las disimuladas expresiones de la inclinación al “ligoteo”, con piñas u otros productos en el carro del supermercado, deshacen cualquier reserva e identifican a los desesperadillos -admítase el extendido género gramatical- no solo ante quienes comparten el mismo estado de expectativa, sino también ante la concurrencia general que no busca otra cosa que hacerse con la compra necesaria, sin más fines que los de reponer la despensa.

Por eso conviene escribirlo con claridad, “quiero ligar”, al modo de “doy abrazos”, y dejarse encontrar. De manera que, si se tercia, quepa tomarse, pero en compañía, una piña colada. Los supermercados, como lugares de concurrencia variopinta y comportamientos peculiares, son buen lugar para pesquisas antropológicas, además de estas otras algo calenturientas. Mas cabe sospechar que la mercadotecnia también se beneficia de estos juegos -no se entienda eróticos, aunque puedan ser un anticipo- que aumentan la clientela y la circulación por los “lineales”, confiando en que el “dos por uno” se convierta en “dos en uno”.

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