
En tránsito
Eduardo Jordá
Un viejo país ineficiente
Opinión
Para luchar contra el avance de la sanidad privada nada mejor que potenciar la pública. Qué tontería, ¿no? Invirtiendo en ella mucho más y mejor, disminuiría la contratación de seguros médicos y la gente confiaría en el sistema público de salud. (“¡Desde 23 euros sin copagos, vamos, que me los quitan de la web!”). Pero si no se destina ni la mitad de los fondos necesarios y cada día se derivan más pacientes a la privada (“Usted no se preocupe, que si no le operan en dos años le mandamos a un hospital concertado; si continúa vivo, eso sí”) y, sobre todo, si no se relaja un poquito la nota de corte para estudiar Medicina al tiempo que se aumentan las plazas MIR en cada convocatoria, la pública acabará convirtiéndose en una sanidad de beneficencia. Y bueno, claro, si vas al centro de salud por un catarro con muchos mocos que arrastras desde hace meses y el médico te palpa el hígado, igual lleva razón María Jesús, no sé, ¿habrá estudiado ese facultativo en un ‘chiringuito’, que diría Pedro, de ésos que venden títulos, que el tío no sabe ni dónde están las fosas nasales, no digamos ya los pulmones por si el resfriado ha bajado? (“Usted a mí no me engaña. ¡A saber dónde compró la especialidad de atención primaria! ¿Y para esto me dieron cita para diez días?”. “Se equivoca, señora, yo soy el fontanero de mantenimiento. Acabo de arreglar una fuga de agua y me han dicho que pasara consulta, que hoy no había médico”. “¡Qué barbaridad! ¡La Montero se ha quedado corta!”). Por regla general, nuestros políticos tendrían que pasar una especie de ITV periódica para poder seguir desempeñando su labor. (“Lo siento, la inspección es desfavorable. Vuelva al taller y que le ajusten bien el control de sandeces mitineras”). La “amenaza para la clase trabajadora”, más que de las privadas, viene de no cuidar las universidades públicas. La mejor forma de luchar contra todas las universidades, los institutos, los colegios y hasta las guarderías del sector privado, es invirtiendo todo lo que haga falta en el público. Miren cómo se prestigia Televisión Española, por ejemplo, gastando lo que no tiene en…en… (¿De verdad que han contratado a los de ‘Sálvame’?)… ¡Borren, borren el ejemplo de la tele pública! Estooo… es igual que las residencias de ancianos privadas y… Se me acaba el espacio… A ver si se enteran de una vez los dirigentes de todo el espectro político: ¡Es lo público, estúpidos!
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