
En tránsito
Eduardo Jordá
Un viejo país ineficiente
El balcón
Dos meses después de convertirse en líder del PSOE andaluz, se difumina el impacto de la llegada de María Jesús Montero. Los socialistas no encuentran el protagonismo social que buscan desde hace seis años. Desde 1994 han sido dirigidos por paracaidistas institucionales. Sus cinco últimos secretarios generales fueron antes cargos públicos que jefes orgánicos. Su poder no procedía de las bases, sino de una institución. Chaves, Griñán y Díaz lograron primero la Presidencia de la Junta. Desde ahí aterrizaron en el partido. En el PSOE mandaban los barones territoriales.
Entonces eligió un hiperlíder federal. Pedro Sánchez señaló al puesto más poderoso de la región, alcalde de Sevilla, para sustituir a Díaz. Y como la fórmula Espadas no funcionaba, nombró a su vicepresidenta. Se ha asegurado así el control del territorio, como en otras regiones. Pero a este PSOE andaluz tutelado le fallan varias cosas. No tiene cantera. (Tampoco la cuidó; cuando Susana dejó la Junta con 44 años, era la más joven de su gobierno). Es un partido analógico, con mensajes de los 80 y 90, para un público de entonces, con medios antiguos. Está llevado por la prisa, con la ansiedad de la remontada.
Le falta estrategia, táctica y carácter. Si el presidente de la Junta repite que en Andalucía se crearon ocho de cada diez nuevas empresas españolas en 2024, nadie le replica que los datos del INE dicen que fue el 17%. Si Moreno dice que Montero cuando era consejera rebajó presupuesto y plantilla al SAS, nadie arguye que se hundió la sanidad en toda España tras el ajuste brutal de Rajoy en 2012, con tasa de reposición cero, desde un Gobierno del que era secretario de Estado el propio Juanma.
Cuando el presidente sostiene que ha hecho un “enorme esfuerzo y sacrificio” aumentando la inversión en Salud, nadie le responde que es gracias a la mayor recaudación nacional de impuestos y a la duplicación de los fondos europeos. Y cuando los socialistas reaccionan, sobreactúan: ante la falsedad de que la Junta iba a hacer gratuito el transporte público a los menores de 14 años, que era una medida del Gobierno, el ministro suspende la ayuda.
La nueva jefa de los socialistas andaluces ha preferido responder polarizando a la hostilidad de los populares. Ha elevado el tono mitinero, invocado su acento y otros recursos emocionales ante una Junta experta en propaganda y eventos, con un andalucismo de alta intensidad y baja profundidad. A estas alturas, Montero no parece en condiciones de presentar una propuesta de financiación autonómica que mejore la penuria de las cuatro regiones del sudeste español. Pero debe atender una financiación singular para Cataluña. En el último CIS, Carlos Cuerpo, con un perfil sereno, es el ministro más valorado del Gobierno, y Montero tiene la segunda peor nota. Es una buena gestora, sin experiencia de liderazgo orgánico. Ese es su desafío; pero no lo logrará con histrionismo.
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