
La Rambla
Julio Gonzálvez
Un abrazo a tiempo
José María Martín ya es secretario provincial del PSOE de Almería. En algo más de un mes el congreso lo refrendará sin oposición alguna, aunque siempre habrá quienes se abstengan. Detalles sin importancia, a la espera de los pasos y acuerdos a los que llegue para diseñar la Ejecutiva Provincial. Un órgano que, de alguna manera, es el que luego lo sostiene o le hace la vida imposible. Pero los socialistas, si son inteligentes, no están para muchas disputas y, ni mucho menos para poner en un brete al nuevo secretario provincial.
La orden que llega del regional, de la propia María Jesús Montero, es de buscar el máximo consenso posible, olvidarse de riñas internas, y dedicarse a lo verdaderamente importante, que no es otra cosa que tratar de hacer frente al Partido Popular en las no muy lejanas elecciones andaluzas, previstas para el próximo año.
José María Martín llega con el marchamo de hombre de consenso, de hombre tranquilo, de hombre curtido en mil batallas, sin elevar el tono, firme de convicciones, prudente en las formas y una roca cuando de tomar decisiones se trata. No le va a temblar mano, a pesar de que algunos puedan creer que pueda ser de plastilina, moldeable al gusto de aquellos que todavía hoy puedan pensar que tienen el control del partido en sus manos y a toque de retreta poner firme desde el soldado raso al general. No será así, se los puedo asegurar.
El secretario provincial “in pectore” llega con un partido desanimado, deprimido y con escasas o nulas esperanzas de recuperar el prestigio, la estructura y el poder perdido. Atrás quedan los tiempos en los que las agrupaciones locales tenían capacidad y fuerza de convocatoria, los cargos públicos se contaban por legión y las órdenes y argumentarios caían en cascada desde la secretaría general de Madrid hasta el último militante. Esos tiempos pasaron y va a ser difícil que vuelvan. Pero el futuro no está escrito. Nadie sabe a ciencia cierta lo que va a pasar en los próximos cinco minutos y. ni mucho menos en la próxima legislatura. Por tanto, si realmente Martín llega con las ideas claras y con la fuerza necesaria para cambiar vicios adquiridos y estructuras obsoletas, tiene por delante la posibilidad no ya de ganar, pero si de plantar cara y que el partido sea un rival a tener en cuenta. No cabe ser dubitativo ni contemporizador. Las exigencias son muchas y las reticencias a modificar los códigos establecidos serán grandes. Si el pulso le tiembla todo volverá a la casilla de inicio, a esa en la que los pocos cargos públicos que quedan trabajarán para seguir aferrados a la silla, casi haciendo de ‘Don Tancredos’, a la espera de que siga lloviendo y el temporal les pille a cobijo. Y así hasta el infinito y el más allá de un partido que se apaga.
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