El proceso de Jesús de Nazaret

El juicio más famoso de la historia –el más trascendental, puesto que influyó en la vida de miles de millones de personas a lo largo de los siglos- pasó prácticamente inadvertido para sus contemporáneos, tan solo los seguidores del condenado dejaron constancia de él, y esto, más tres o cuatro alusiones tardías de autores judíos y romanos, es todo lo que tenemos. Naturalmente, esto no ha bastado a los historiadores, que desde siempre han tratado de hurgar en todo aquello que pudiera dar un retrato auténtico de aquellas diecisiete horas de la vida de Jesús, unas veces con resultados verdaderamente serios, y otras con conclusiones más cercanas a lo grotesco, y no merece la pena recordar algunas.

La obra del magistrado Moreno-Luque, “La decisión de Pilato” nos retrata el proceso en dos partes bien distintas: una primera firmemente sujeta al rigor histórico, en la que el lector podrá conocer desde las técnicas de la flagelación o la crucifixión romanas hasta las intrigas tiberinas o la cuestión religiosa en Palestina, y una segunda parte que se concibe como una hipótesis novelada, que incluyen la aparición de personajes imaginarios. Ambas partes resultan atractivas para el lector, aunque se supone que habrá de tener distinto interés para cada una.

Como conclusión me quedo con que Pilato es el único personaje de todo aquel drama que mostró cierta dignidad, al tratar de aplicar, como buen romano, los principios del derecho, y que solo cedió cuando le hicieron ver que no le convenía llamar la atención de Tibero, empeñado justamente en ese momento en ajustar cuentas a los seguidores de Lucio Elio Sejano. Este fue un político y militar romano, amigo y confidente del segundo emperador romano, Tiberio. Fue jefe de la guardia pretoriana, pero cayó en desgracia por su desmedida ambición y fue ejecutado por presunta conspiración contra Tiberio.

Quizá un tanto sorprendente en el caso de un hombre que se lavó las manos ante su problema, pero el autor del libro nos hace ir más allá de la anécdota para introducirnos en el interior del conjunto de circunstancias que motivaron su decisión.

El libro satisfará por igual tanto al creyente cristiano, que verá una visión del juicio y la crucifixión situada en tiempo y lugar, como al simple estudioso, especialmente en lo que se refiere a las relaciones del Imperio con el simple conflicto del ámbito judío.

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