Luis Ibáñez Luque

Los problemas reales de la escuela

10 de enero 2025 - 03:07

No sé si será cosa de la edad, resultado de repetir tantas veces lo mismo (no con el alumnado, sino con los adultos) o cierta desesperación al ver lo poco que se ha avanzado en los últimos 25 años. El caso es que los mismos debates, propuestas, dudas, ataques y vaivenes que se producían con la LOGSE (hace 35 años), los mismos que comenzaron con los movimientos de renovación pedagógica en la transición (hace 50 años), las mismas ideas que Paulo Freire planteaba un poco antes (hace 60 años), las mismas cuestiones planteadas por Freinet desde los años 30 (hace casi 100 años) o Dewey (hace más de 100) siguen reproduciéndose de manera eterna.

Seamos claros. El problema, querido o querida, no era la LOGSE. Es que nunca se aplicó. El problema no es la normativa actual. Tal vez el problema sea el saboteo constante, consciente e intencionado que hacemos desde las aulas. No engañemos más a la ciudadanía ni nos autoengañemos. No digamos más aquello de «la culpa es de los pedagogos». Nunca se les hizo caso, nunca se aplicó lo que se proponía. El problema no son los dispositivos móviles ni los ordenadores, las tablets, internet, las redes sociales o los libros de texto, sino el uso que hacemos de todo ello. El problema no es que haya bajado el nivel, es que seguimos pidiendo lo mismo que en la revolución industrial, cuando esa sociedad ya no existe. El problema no son las familias, ni mejores ni peores que antes. Quizá el problema sea que la mayoría de los centros permanezcan cerrados a cal y canto. El problema no es que los chavales con dificultades o los inmigrantes hagan que descienda el nivel. Quizá el problema esté en que seguimos haciendo una escuela que no vale ni al nivel avanzado ni a los de nivel bajo. Solo sirve para la mediocridad. El problema central no es no saber, no poder o no tener oportunidades para formarnos. El problema es no querer y tener pánico a perder cierto status o privilegios ficticios. El problema no es que tengamos a los jóvenes demasiado mimados. Quizá sea que todas las medidas, reformas y decisiones a todos los niveles se hacen de espaldas al alumnado, sin pensar en dar lo mejor para ellos y ellas, sino primando otro tipo de intereses. Solo si hablamos sin eufemismos y dejamos a un lado cualquier pretensión de poder o truco dialéctico/argumentativo podremos empezar a encontrar una puerta de salida, una vía de escape que salve a la escuela.

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