Antonio Lao
El silencio de los pueblos
La consulta
EL ligamento cruzado anterior es el principal estabilizador de la rodilla, evitando el desplazamiento anterior de la tibia respecto al fémur. Es la lesión deportiva más frecuente de la rodilla. El mecanismo de la lesión puede variar. Suele deberse a una hiperextensión al dar una "patada al aire", cuando el jugador frena en seco con el pie firme en el suelo o cuando hay un traumatismo desde la parte posterior de la rodilla. Cuando ocurre, el jugador no puede seguir jugando, refiere un dolor severo y cojera. Suele aparecer una inflamación importante dentro de la rodilla debido al sangrado que ocasiona la rotura. El 50% de las lesiones del cruzado anterior asocian lesiones de menisco o de otros ligamentos. Se debe intervenir todo paciente que tenga entre 15 y 55 años, físicamente activo, presente una marcada inestabilidad de rodilla, si además asocia lesión meniscal o de otras estructuras de la rodilla y cuando la lesión del cruzado sea superior al 50%. Debido a las características del ligamento y su función, no cicatriza solo, por lo que no se puede suturar y hay que sustituirlo. Solemos usar los tendones de la "pata de ganso" o isquiotibiales, que fijamos mediante tornillos al hueso. Todo ello se realiza por artroscopia, y con anestesia raquídea (cintura para abajo). El paciente puede caminar con muletas desde el primer día y comienza de inmediato la rehabilitación. No hay un protocolo perfecto de recuperación y hay que personalizarlo dependiendo de las características de cada persona. Las primeras 10 semanas el trabajo consiste en recuperar la movilidad y potenciar la musculatura del muslo. La siguiente fase es la reeducación de la propiocepción de la rodilla. A los 3 meses, el paciente puede comenzar la carrera continua. A los 5 podrá girar la rodilla de forma segura. Puede reincorporarse a jugar a los 5-6 meses de la lesión.
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