Francisco Bautista Toledo

La primera impresión

Reflejos

17 de julio 2024 - 03:08

La primera impresión constituye, en la mayoría de las ocasiones, la carta de presentación de una persona, que marcará el devenir de la relaciones futuras que se tenga con ella. Un corte de pelo, el tipo de indumentaria, tatuajes, adornos, forma de hablar, aspecto, aseo, conforman la imagen inicial que descansa en la memoria del encuentro. Se produce en éste una confrontación entre la imagen externa, de la persona presentada, y los gustos estéticos del anfitrión. Colisionan, o se conjugan, en la idea primera del interlocutor estos detalles, producto de la forma de ser y pensar de cada uno.

A pesar de intentar tener un pensamiento asertivo, abierto y sin prejuicios, existen factores emocionales que ejercen gran influencia a nivel subjetivo, afinando el hilo sobre el que se equilibra la imparcialidad del concepto que se forma del otro. Existen elementos que influyen en el interior oculto de las emociones personales, como el color de la vestimenta, un tipo de perfume, o gesto, los cuales sirven de esbozo al “traje” que diseñamos del interlocutor. Aunque ejerce gran influjo la coincidencia en gustos, pareceres, pensamientos, y en general, la forma de ver la vida. Si se coincide, surgirá entre ambos una afinidad, complicidad y simpatía, superando las primeras impresiones. En caso de divergencia, se sitúa al conocido en un lugar como mínimo indiferente, distante, y sin interés.

En la primera impresión influye la memoria, de aquellos personajes recordados a lo largo de la vida, en los cuales enmarcamos al nuevo conocido. Si coincide con un tipo de persona que nos resultó agradable, ha ganado amplio campo de acercamiento personal, si no, tendrá que existir una mayor interrelación para descartar, o no, el error del modelo asignado al interlocutor. Al tenerlas clasificadas, cosa que surge en el subconsciente y retumba en la parte consciente, si no ha caído bien en este encuentro, cualquier frase será interpretada de acuerdo al rol asignado al modelo con el cual lo hemos vestido. Se interpreta su opinión según la idea se supone tiene, no de acuerdo a lo que realmente ha expresado, e incluso no se le escucha. Pasa lo contrario cuando resulta simpático, todo lo que diga estará bien, y si es una barbaridad será achacada a su carácter extravagante. Por eso es importante ser precavido con las percepciones primeras, estar abierto al diálogo y escuchar. Como dijo Quevedo, en “El mundo por de dentro”, “el ser desmiente a las apariencias”. El tiempo pondrá al nuevo conocido en su sitio, mas la experiencia, e intuición primera, siempre nos pondrá en guardia.

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