Pongamos que hablamos de tabaco (y II)

17 de julio 2024 - 03:08

La semana pasada, en esta misma sección tras una lacónica introducción sobre “el contrato social” de Rousseau y las posibles respuestas de los ciudadanos ante la falta de cumplimiento de sus compromisos, por parte de la administración, así como unas palabras sobre la Revolución iniciada, fundamentalmente, por Fidel, Che y Camilo Cienfuegos, todo ello fruto de una conversación con un joven cubano residente en Madrid, terminaba el escrito en lo que era el declive de la Revolución, con las palabras de Sabina: “... Y a las barbas de la revolución / Les salían más canas cada día / Y el mañana era un niño que mentía / ...”

La 1ª vez que fui a Cuba había que llevar $ USA allí cambiarlos a pesos cubanos creo recordar que a 1 $ = 24 pesos cubanos, pero con una reducción del 10% en los $ USA, que es la penalización que tiene Cuba en el cambio de la moneda USA. De eso hace unos 20 años. Luego cambiaba euros por CUC (pesos convertibles les llamaban) y pagaban 1.10 CUC por 1 €. Creo recordar que el sueldo de un profesor de universidad podrían ser sobre 30 o 40 CUC al mes. Michel 12 dólar mes

En La Habana había “shopping”, que eran supermercados con productos españoles pero con precios, en algunos casos, casi el doble que en España. Los cubanos podían comprar dando su DNI, pero ellos no podían pagar esos precios. Ellos tenían que retirar su cupo de “víveres” de “la bodega” que les correspondía, pero eso era casi imposible: cuando no faltaba una cosa, faltaban cuatro. Y afortunadamente nunca le quise hacer una foto a la cartilla de racionamiento.

Actualmente, ha desaparecido el CUC, solamente queda el peso cubano que no tiene cambio fuera de Cuba y cuya paridad es: un euro cuesta, normalmente, 380 CUC, recuerde el lector que hace unos 20 años era casi a la par. Además, actualmente el cambio y los precios son en la calle, y hace un mes parece que ha llegado hasta 400 CUC el euro.

Cuando llegué a casa y recapitulé sobre la conversación con este paisano cubano, entendí las ganas de vivir que tiene, las ganas de trabajar, el ansia de prosperar y la ilusión que tienen puesta en el futuro tanto su mujer como él. También me dejó claro que no entiende la queja de la juventud española sobre que en España no se puede aprender lo necesario para poder trabajar.

Para relajarnos, diré que mi ilusión fallida es haberme traerme traído de Cuba una moto MZ auténtica rusa con sidecar, pero no fue posible. ¡Tengo ganas de tomarme con él un café hecho con café de caracolillo y fumarme un tabaco de los de la población, torcido a mano!

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