
Pues yo lo veo así
Esteban Requena Manzano
Una respuesta
Dicen que los mejores descubrimientos ocurren cuando dejamos de buscar lo que creemos necesitar y empezamos a apreciar lo que tenemos. La mayoría de nosotros nos empecinamos en forzar un camino determinado para alcanzar nuestra idea de éxito. Sin embargo, muchas veces sucede que es en el desvío de esa ruta original donde encontramos el verdadero sentido de nuestra vida.
Veamos si este ejemplo ayuda a aclarar lo que intento transmitir. Samuel Morse mostró talento artístico desde muy joven. Estudió en la Universidad de Yale, donde inicialmente se interesó por la pintura y la escultura. Viajó por Europa para perfeccionar su técnica y regresó a Estados Unidos con la esperanza de convertirse en un retratista de éxito. No obstante, a pesar de su dedicación y talento, su carrera nunca llegó a despegar del todo. En 1825, mientras estaba fuera de su ciudad, su esposa enfermó gravemente. Debido a la lentitud de los sistemas de comunicación de la época, Morse recibió la noticia demasiado tarde y jamás pudo despedirse de ella. Fue entonces cuando emprendió un plan B: inventar una nueva forma de comunicación. Así fue como llegó a diseñar e implantar en todo el mundo el telégrafo y su propio código de comunicación.
No debemos confundir la perseverancia con la tozudez. La primera nos lleva a saber cuándo es momento de cambiar de dirección, sin dejar de esforzarnos con la misma intensidad. Es así como transformamos un fracaso en una posible puerta hacia el éxito en otro ámbito.
Nos guste o no, hay veces en que el plan original se va al garete. Es entonces cuando el plan B cobra protagonismo. Existen numerosas ocasiones, en todos los ámbitos de la vida, en las que toca reinventarse y tomar un rumbo diferente. Por ello, tener un plan B no alimenta un espíritu derrotista, sino que, por el contrario, amplía las posibilidades de éxito.
Aceptar un plan B no significa renunciar a los objetivos, sino estar abiertos a nuevas oportunidades que pueden conducirnos a un destino igual o incluso más satisfactorio. No cabe duda de que muchos de los logros más importantes de la humanidad han surgido precisamente de la necesidad de encontrar alternativas ante el fracaso y la adversidad.
Así que, la próxima vez que la vida te obligue a reconsiderar tus opciones, recuerda que el plan B no es un retroceso, sino una oportunidad para crecer, reinventarte y, quién sabe, tal vez encontrar tu verdadero camino.
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