
Antonio Lao
La vivienda, cosa de todos
Hace años se llevaba lo de alquilar un piso a la querida o amante de turno, y no demasiado lejos de la casa familiar, a la que se iba a visitar por las tardes, incluidos los domingos. Creíamos que eso había acabado hasta que ha llegado el pisito de alquiler del ministro a su novia. Ya no se les suele llamar querida o amante, como ocurría hace años, ahora son novias. Estás casado, pero te echas una novia mucho más joven, le alquilas un pisito cerca de la sede donde trabaja tu novio, y no debe ser un mal piso cuando cuesta dos mil setecientos euros al mes. Al alquiler del pisito había que sumar el de la propia chica, a la que según se ha comentado, presuntamente le pagaba mil quinientos al día cuando viajaban juntos. Piso de alquiler, chica de alquiler…
No entro en que alguien, político o no, se eche una novia, querida o amante, y pagarle lo que le dé la gana, pero, siempre que ese dinero salga de su bolsillo. ¿Salía de su faltriquera? Esa es la pregunta que debía contestar Ábalos y cualquier otro político que usa el dinero público, que, aunque a ustedes se les ocurre decir que no tiene dueño, sale de los impuestos que pagan los ciudadanos.
2.700 euros de alquiler al mes nos parecen muchos euros, vamos, un pelín caro el pisito. 1.500 diarios, cada día, por alquilar una acompañante nos parece un abuso, si es que sale del erario público. Un ministro no tiene un mal sueldo, pero no creo que el mismo pueda dar para tanto como se dice. Una familia, la legítima, y la chica de alquiler. No parece que el sueldo del titular de la cartera pueda costear los agujeros que abre o tapa, alquileres de todos los colores, viajes y demás alegrías. Con lo que los dineros ¿de dónde han salido? ¿Quién le ha pagado las juergas a este y otros ministros o políticos de turno? Al final llegamos a la conclusión de que, entre las comisiones, las coimas y los dineros negros que vuelan en los maletines, también negros, de estos caballeros viven de lujo a costa de los chorizos con los que se rodean. No suelen ser ellos los que se manchen las manos, siempre tienen una amiga que les elige los pisos a alquilar y las chicas a las que contratar, buscarles trabajo y pagarles buenas dietas por los viajes. En este mundo de la política siempre hay un Luis al que acudir y que le va abriendo la puerta al señor ministro, la del coche, la del pisito y si hace falta la de la chica a alquilar. ¿Qué se oye de Luis Planas?
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