Luces y Razones
Antonio Montero Alcaide
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La incorporación de nuevos términos al Diccionario de la lengua española, las más de las veces, resulta de un detenido proceso de uso y aceptación general, por la amplísima comunidad de hablantes de la lengua -cuyo dominio oral y escrito no debería ser objeto de controversia alguna, sino un privilegio evidente-, aunque puedan tener una procedencia localizada, y la Real Academia Española los añade en las sucesivas actualizaciones del Diccionario. Por eso, la última de estas incluye «rebujito» y denota con precisión: «Bebida típica de Andalucía que se elabora mezclando vino manzanilla con un refresco gaseoso». En ocasiones, la excepcionalidad de los acontecimientos -y una pandemia claro está que no es un suceso ordinario- también trae consigo nuevas palabras con las que poner nombre a nuevas cosas, cuando hasta la normalidad parece asimismo nueva -además de distinta-. «Nueva normalidad»: «Situación en que la forma de vida normal o habitual se modifica debido a una crisis o a razones excepcionales; p. ej., en una pandemia».
La actual situación del coronavirus, que parece armarse y rearmarse con sucesivas olas, lleva a perspectivas -no siempre corroboradas por quienes más cerca deben estar del conocimiento de esta singular pandemia- de atenuación, no de desaparición, de manera que sea preciso acostumbrarse a convivir con su presencia, como si de una mala gripe se tratara. De ahí, el término «gripalizar», que no puede presumirse pronto o alguna vez incorporado al Diccionario, aunque se emplee como muletilla que sirve a distintos propósitos y puede provocar, además, distintos efectos. De momento, ni el número de contagios, aunque no requieran asistencia hospitalaria, ni el mayúsculo número de bajas laborales ni, sobre todo, las muertes que se acumulan un día tras otro para contarse por miles, se asimilan al alcance propio de una gripe ordinaria. Y la "gripalización" tampoco debería ser un proceso de infección general -ya se habla de un contagio que afecte a la mitad de la población europea-, a fin de conseguir una inmunización extendida -se dice ahora menos "de rebaño", será por no señalar-.
Así el estado de la cuestión pandémica, necesario es conocerlo y afrontarlo de la mejor manera, para no provocar un «pifostio», nombre coloquial de una confusión o desorden, a menudo a causa de alguna reclamación -valgan los certificados de vacunación- o disputa. El pifostio de la "gripalizar".
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