Opinión
Trumpitos y trumpitas
Sin complejos
Nohay más vuelta de hoja: vivimos gobernados por un ser sin ningún tipo de escrúpulo, de reparo, de menoscabo de sus inabarcables ambiciones. Todo gira alrededor de sus exacerbados deseos, que pasan y pisan por encima de todo el mundo, de todos los demás. Un comportamiento inhumano, del que se ha imbuido todo el resto del sanchismo, que hoy por hoy es tanto como decir todo el resto del socialismo.
La trayectoria política de Pedro I está jalonada de frases que, cuando esta pesadilla se haya terminado, pasarán a la historia como la más perfecta y minuciosa definición del personaje bajo cuyo yugo hemos estado sometidos. En mitad de la más grave tragedia natural y humana que hemos vivido en el último medio siglo, algo que deja en casi nada otras como la de la Isla de Hierro o La Palma, las inundaciones de Aragón, el Prestige o los gravísimos incendios que han devastado terrenos y provocado víctimas verano tras verano, este ser no tuvo otra cosa que hacer que pronunciar esta frase: “Si necesitan ayuda, que la pidan”, en referencia a la comunidad autónoma en cuyo territorio se estaba sufriendo todo este proceso, con cientos de muertos y desaparecidos sobre la mesa.
No hay otra posibilidad que la de un egocentrismo enfermizo, una falta de humanidad y de empatía desconocidos en seres humanos normales, una maldad intrínseca que lo convierten en un sujeto peligroso. Así, a nadie puede extrañarle que haya sido capaz de pactar con el partido que defiende y cobija en sus filas a terroristas que han asesinado o mandado asesinar a algunos de sus compañeros de partido, además de a cientos de compatriotas; o con partidos cuyo postulado fundamental es la independencia de un territorio del país que él preside. Y todo para conservar su repugnante culo pegado al sillón presidencial.
A nadie puede extrañarle que este sujeto haya dejado pasar siete días de miseria, destrucción y muerte sin convocar un consejo de ministros extraordinario y que, al hacerlo, se haya dirigido a la ciudadanía, a las víctimas, para afirmar que ahora “es necesario el apoyo mayoritario a los presupuestos” para salir de una situación como ésta.
Sólo a alguien enfermo de maldad se le puede ocurrir condicionar las medidas que debería tomar un presidente del gobierno leal, sensato y cabal, a que los demás partidos aprueben unos presupuestos que ya le han dicho que no quieren aprobar.
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