Vía Augusta
Alberto Grimaldi
El bien común
El fin de año te empuja a hacer renovación, recopilación y ordenación de todos los aspectos de tu vida, preferentemente todos los papelorios, libros, carpetas, cds, dvds, recortes de periódicos, documentos importantes y demás basura analógica y física. El ordenador, tan digital él, tampoco ordena nada, y tarda en encontrar un documento horas interminables de búsqueda, que él aunque lo ha indexado, no lo ha nombrado o bautizado con lo cual prácticamente no ha hecho nada. Las carpetas las creas tú (en una época se llamaban directorios), le pones nombre tú, guardas tú allí los documentos o archivos que has creado, copiado o descargado y el ordenador encima a veces te pone pegas. Conforme, es una ventaja frente a la mole física documental, pero ni de lejos la sustituye, ni colabora en su simplificación. Lo mires por donde lo mires, la ampliación del volumen de la información siempre va por delante de la ampliación de la capacidad e inteligencia del software, y no digamos ya del hardware. Ahora que se ha puesto de moda la inteligencia artificial y el chatgpt, el windows todavía no se entera de que si has creado una carpeta es posible que el documento que acabas de crear es posible que lo quieras archivar o guardar allí. Él sigue erre que erre pensando que lo quieres guardar en la carpeta donde guardaste el otro documento de ayer o de antes de ayer, o de hace dos meses donde guardaste otro archivo del mismo tipo. Yo me daría con un canto en los dientes si no se pusiera a pensar a veces cuando lo inicio. Yo me daría con un canto en los dientes si no pensara en general. Si el mundo digital tiene volumen, estamos en las mismas. Si el volumen digital de los correos, fotos, películas y etceteras es logarítmicamente superior al volumen físico de antaño y no tan antaño aunque necesitemos un espacio volumétrico logarítmicamente inferior para ubicar dicho volumen digital, el conflicto de ordenamiento no decae, en todo caso aumenta (logarítmicamente). La solución es tirar y tirar y conservar y conservar con razonables y armónicas decisiones, que nunca son razonables ni armónicas. Y silenciosos y cubiertos de polvo, todos los documentos físicos, de su dueño tal vez olvidados, esperan a fin de año como el pájaro que duerme en sus ramas, o el que hiberna, debajo de la mano de nieve, la que duerme en el fondo del alma y despierta y dice ponte, limpia, ordena, abandona y guarda.
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