París 2024 y el espíritu olímpico

05 de agosto 2024 - 03:09

Pierre de Coubertin, el fundador de los Juegos Olímpicos modernos, dejó una visión del Olimpismo basada en un claro respeto por la diversidad cultural y religiosa. De Coubertin promovía valores de paz, cooperación internacional y entendimiento entre naciones, incluyendo el respeto a las creencias y prácticas religiosas de todas las personas.

De Coubertin creía que el deporte y los Juegos Olímpicos podían servir como un medio para superar las barreras nacionales y culturales, y fomentar un espíritu de respeto mutuo y solidaridad; un enfoque que amparaba la aceptación y el respeto de la diversidad religiosa. Su objetivo era crear un movimiento global donde todas las personas, sin importar su origen o creencias, pudieran participar en igualdad de condiciones.

Los principios fundamentales del Olimpismo, tal como se recogen en la Carta Olímpica, reflejan estas ideas de Coubertin. Como es el caso de la no discriminación por razones de religión (entre otras) y la promoción de la comprensión mutua y la solidaridad son ecos de su visión inclusiva y universal.

Y es que Pierre de Coubertin modeló el nuevo Olimpismo dejándonos el legado de lo que se ha venido a llamar “Espíritu Olímpico”, donde se aboga por el respeto a todas las religiones y creencias, como parte de un compromiso más amplio con la paz internacional. Por este motivo, resulta extraño lo ocurrido en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París 2024, que ha dado lugar a una de las controversias más generalizadas que se recuerdan en los JJ.OO. modernos, generada por la representación artística, considerada ofensiva en la mayoría de los países del mundo, donde se recreó de una forma muy sui generis “La Última Cena” de Leonardo da Vinci. Una puesta en escena que ha provocado reacción adversa de las confesiones cristianas, pero también el rechazo de figuras religiosas de otras creencias de todo el globo. Sin duda una ceremonia que contradice los principios fundamentales del Olimpismo inspirados por Pierre de Coubertin, donde el padre del Olimpismo moderno defendía una visión sobre los mismos como una filosofía de vida que promueve valores como el esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo, la responsabilidad social y, crucialmente, el respeto de los derechos humanos y los principios éticos universales.

Uno de esos principios fundamentales del nuevo Movimiento Olímpico es la no discriminación y el respeto hacia todas las personas, independientemente de sus creencias religiosas, opiniones políticas o de otra índole. Y es precisamente este principio, el respeto hacia todas las creencias y prácticas religiosas, el que entra en conflicto con lo que se ha querido expresar durante la ceremonia de inauguración de París 2024. Parece claro que el Movimiento Olímpico, bajo la inspiración de Coubertin, buscaba fomentar una comprensión mutua y solidaridad a través del deporte. Por lo que las denuncias generalizadas a la ceremonia inaugural de París 2024 dejan claro que la interpretación artística no logró este objetivo, generando divisiones en lugar de unidad. Aunque el Comité Organizador se ha disculpado, el impacto negativo generado entre los diferentes líderes religiosos del mundo indica una desconexión entre la intención argumentada por el Comité Olímpico Internacional (COI) y el Comité Organizador de París 2024, y el mensaje de respetar todas las sensibilidades culturales y religiosas al planificar estos Juegos Olímpicos.

stats