Utopías Posibles
SIEMPRE SON LAS OTRAS FAMILIAS
Aunque ciertamente parezca que cada vez hay menos oferta de vivienda debido a la desproporcionada demanda habitacional que la sociedad reclama, lo que sí es cierto es que existe una gran diversidad de hogares que colman nuestro mercado inmobiliario. Lo portales de venta de nuestro país están inundados de viviendas de todo tipo, pero en gran medida, esto solo se debe a la heterogeneidad en la fecha de construcción de los inmuebles. Como el caso de los antiguos pisos de cuatro dormitorios, con grandes salones, salitas de estar y una pequeña habitación de servicio dentro de la cocina que compiten con la predominante tipología de viviendas de tres dormitorios, dos cuartos de baño y salón-comedor-cocina diáfano.
Es cierto que cada generación parece tener sus propias preferencias desde el punto de vista programático, funcional o estético. Se antoja natural y lógico que las familias evolucionen en paralelo con las nuevas formas de vida, pero sin embargo, en muy contadas ocasiones, estas transformaciones terminan influyendo realmente en los diseños de nuestros hogares. Existen una gran cantidad de intereses subyacentes de todo tipo que son los que, en realidad, terminan definiendo cómo son nuestras casas, incluso estableciendo cuestiones tan invasivas para nuestro día a día cómo por ejemplo, donde se coloca la vitrocerámica en nuestra cocina o si nuestro cuarto de baño tiene bidé o plato de ducha.
El sector de la construcción, como sucede en otros tantos sectores productivos, es víctima de incontables factores que acaban definiendo hacia donde deriva el mercado. Desde los intereses económicos a la hora del desarrollo del suelo, el aprovechamiento máximo de una parcela, hasta la normativa municipal que establece la relación entre las estancias, nuestras casas terminan siendo un producto uniforme que solo consiguen distinguirse de la del vecino en las pulgadas de la televisión. Así que, uno de los pocos factores que terminan marcando una diferencia sustancial es el año en el que fueron levantados.
Da la sensación de que la arquitectura residencial, sobre todo la colectiva, funciona por tongadas, y que ahora simplemente estamos viviendo el momento de las cocinas abiertas y las carpinterías de PVC en color gris antracita. Queda ya muy lejos aquella época de las paredes con gotelé y los suelos de terrazo. ¿Me pregunto qué será lo siguiente?
También te puede interesar
Lo último
El parqué
Ascensos moderados
La tribuna
¿Venderá Trump a Ucrania?
Tribuna Económica
Carmen Pérez
Arte conceptual, criptomonedas y economía digital