Paralelismo agresivo

19 de diciembre 2024 - 03:09

Leo con desazón el suicidio de una adolescente en Asturias. Solo tenía dieciséis años. Según las noticias de prensa, desde los catorce estuvo sometida a presión y a persecución por parte de otro adolescente y, después, por el grueso de compañeros de clase que se sumaron al boicot. Conozco suficientemente este proceso a cuyo estudio dediqué algunos años de mi vida motivado por un error mío en mis tiempos de docente: no presté la atención requerida a un caso sangrante que afortunadamente no tuvo tan lamentable resultado. Me pesa desde entonces. Según informaciones de estudios realizados a lo largo de estos años, el bullying, como se conoce esta lamentable conducta, no parece haber disminuido a pesar de algunas intervenciones de las autoridades educativas. Y lo peor es que, por la existencia de las redes sociales, adquiere una resonancia y una gravedad que antes no se conocía. En todo caso, este suicidio se incardina en el ambiente de violencia escolar que recoge un estudio del que he tenido noticia a través de los medios realizado en Cataluña. Cuando me pongo a pensar en esta situación no es extraño que la mente se eleve a consideraciones con carácter mucho más amplio, al ambiente que vivimos en nuestra sociedad en general, y al político en particular. Ignoro quién ha sido el “maestro” y quién ha sido el “discípulo”, pero hay un cierto paralelismo en los procesos de linchamiento que descubrimos entre los agresores escolares y los agresores líderes de opinión y políticos en activo. Ya denunciaba en mi anterior artículo la presencia mucho más que frecuente de los insultos y las duras descalificaciones de los “otros”. Todo consiste en empezar lanzando acusaciones con poco o ningún fundamento, en hacer valoraciones negativas de supuestas o ciertas actitudes y decisiones, y luego ir incrementándolas poco a poco ayudados por el eco de esas acusaciones en las redes sociales y en los medios de comunicación. Este periódico es testigo de muchas de esas descalificaciones. Y lo mismo que sucedía en el caso del bullying, en todo este proceso juega un papel importante la reacción de aquellos que no son directamente agredidos y que por extraña inercia se ponen a favor del denunciante y en contra del denunciado. En el caso de los colegios tienen éxito al incrementar el sufrimiento de las víctimas. En el ámbito político también suelen triunfar: véase si no el último informe del CENTRA que lo corrobora.

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