Oteador de horizontes

N OS ayudarían a ahorrar mucho más dinero que el que se destina vanamente a unos señores que viven del erario público y que no generan, en mucho de los casos, ningún tipo de beneficio y, si lo hacen, es todo lo contrario, empezar a crear nuevos trabajos como, por ejemplo, el Recogedor de Naranjas, buscador de sueños o representante de la oficina de artes escénicas dramáticas. Aunque me temo que este tipo de oficios aún no ha sido inventado -pero tiempo al tiempo-. Lo que propongo es que se invente un trabajo donde ellos o ellas estén dedicados en exclusiva a hacer lo que les guste. Serían profesionales que sabrían qué tipo de productos ofrecernos, siempre y cuando atienda a sus necesidades más acuciantes. Por ejemplo, el Recogedor de Naranjas sabría cuáles son las perfectas para comer, por ejemplo, un sábado por la mañana. Entrarían en nuestra habitación, con un plato cuajado de gajos de naranjas y nos la ofrecerían, uno a uno, mientras poco a poco atisbamos las primeras luces del día.

Otro oficio que se podría implantar sería el de Oteador de Horizontes. Sí, tal cual. Una persona destinada a otear el horizonte. Sería responsable de ofrecer al usuario el momento más idóneo para ver un buen amanecer, un romántico atardecer o una inevitable noche. Nos indicaría cuáles serían los mejores lugares, incluso se podrían atrever a aconsejarnos, con quién seríamos más felices para disfrutarlo. Este último servicio, sería complementario.

Otro oficio que veo fundamental sería el de representante de la oficina de artes escénicas dramáticas. No me refiero a los oficios de políticos, escritores o a los cuentacuentos profesionales. Este señor o señora se dedicaría a contar escenas dramáticas con mucho arte. Estarían localizados con un número de emergencias público, donde el ciudadano podría solicitar sus servicios las veinticuatro horas del día. Estarían a cargo de la Administración Pública, tras su pertinente oposición. Se desplazaría a sus misiones como servicio prioritario, con la consabida sirena y teniendo preferencia. Llegaría a donde fuesen requeridos, por tierra, mar y aire. Se presentaría a la persona solicitante y le contarían el drama escénico que pidiese. Ya no tendríamos que esperar a las elecciones, ni a los vendedores o comerciales de turno. Tendríamos a una persona especializada solo en contar dramas escénicos a medida, antes de dormir o cuando apenas hubiesen despuntado las primeras luces del día. No se requerirá acordarse en donde está la sede social de la oficina.

stats