
En tránsito
Eduardo Jordá
Un carrerón
Estamos en un momento ideal para salirnos de la OTAN. Esa es la propuesta de SUMAR, uno de los dos socios que forman el Gobierno de España. Por eso han votado en contra del aumento del gasto en la defensa y seguridad de Europa, propuesta general de toda la U.E. excepto del amigo de Putin, el húngaro Orban. Por un lado se niegan a que Europa tenga un ejército común –acorde con sus quinientos millones de ciudadanos- para defenderse del sátrapa Putin. Que, por cierto, solo tiene bajo su poder a ciento cuarenta millones. Y con un PIB como el de España, con lo que la renta per cápita rusa es casi un tercio de la española. Bueno, pues, nada, hay que dejar las armas y plegarse a las exigencias de Putin, como la Europa de 1938 se plegó a las de Hitler, con el resultado que todos conocemos. O sea, que según SUMAR y otros pacifistas de salón “hay que negociar”. ¿Negociar qué? Pues la sumisión de Ucrania y la “esperanza” de que luego no haga lo mismo con Polonia, Rumanía, los países bálticos…
Y por otro lado, los mismos de SUMAR dicen que aceptarían enviar tropas españolas a Ucrania. Y nos preguntamos perplejos, si no aceptan gastar más, ¿con qué armamento van? Como no sabemos las soluciones a este problema que tienen Yolanda y cía, vamos a echarles una mano, como es nuestra conocida costumbre. Por supuesto, tenemos que procurar gastar poco o nada. Y tendremos en cuenta nuestras armas históricas y autóctonas. Para empezar sugerimos recuperar los honderos baleáricos, de gran fama hasta el punto de que el Imperio Romano los incorporó como un cuerpo de élite de sus legiones. Pueden componer la artillería del cuerpo expedicionario español. Si fuera necesario se pueden complementar con un contingente almeriense armado con jopos (cerbatanas de canutos de caña) que disparan higos locos. El armamento básico de la infantería sería la famosa falcata ibérica, que también la adoptaron los romanos por su efectividad. Tan efectiva como los cuchillos kukri de los gurkas del ejército inglés. Del sistema de comunicaciones y encriptamiento se encargarían los nativos de La Gomera con su arcaico silbo.
Cómo nos recuerdan las posturas de Yolanda y su gente aquella juventud nuestra tan lejana, cuando escribíamos por las paredes “OTAN no, bases fuera”. Por cierto, lo de bases fuera habrá que replanteárselo, tal como está el patio trumpero.
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