Antonio Lao
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En la proximidad de Carboneras se encuentra la sierra llamada Mesa Roldán, la cual está truncada en su parte superior formando una superficie aplanada. Al indagar sobre el topónimo de este accidente geográfico me encuentro con sugerentes historias, que relaciona a la tierra almeriense con el universo de la mitología medieval europea. Roldán fue un famoso héroe de la épica medieval, cuyas aventuras fueron descritas en el poema La Chanson de Roland, donde se relata sus aventuras en España, cuando Carlomagno acudió a Zaragoza esperando arrebatar esa ciudad al dominio musulmán, más por el engaño de la llamada, como por la resistencia de los sarracenos, decidió volver a Francia, dejando a uno de sus caballeros al mando de la retaguardia. Al pasar por Roncesvalles los vascones, que en el Cantar los convierte en árabes, atacan a las huestes de Roldán, el cual pereció junto a sus tropas tras ardua lucha. Su final heroico dio origen a este poema épico, convirtiéndose en fuente de multitud de versiones poéticas, libros de caballerías y leyendas populares. Aparece en las Crónicas de Turpin, incluida en el Codex Calixtinus. En España existen muchos lugares relacionados con su nombre, así como accidentes geográficos donde se atribuye la huella de su fuerza.
Las hazañas de Roldán se desarrollan en la literatura y canciones populares, principalmente, en torno a los Pirineos, Cataluña, Aragón e incluso por Castilla y Galicia. Algunas fuentes las extienden por los campos valencianos, y en una recopilación de leyendas por Almería. Es constante la lucha de este afamado caballero con el paladín de los musulmanes, el gigante Ferragut. Ambos enfrentados en eternas batallas, a lo largo de la amplia geografía peninsular. Siguiendo el rastro de este gigante, Roldán llegó a tierras almerienses. Juan Amades, en sus Leyendas de Roldán, recogidas de la tradición oral del Pirineo catalán, relata la presencia del caballero franco en Almería. Agotado por la persecución tras Ferragut, descansó sobre una sierra de cima plana, a la cual se le dio el nombre de Mesa Roldán. Otra leyenda, dudosamente atribuida a la Legenda Aurea, del beato Jacobo de la Vorágine, cuenta que tras la lucha entre los dos gigantes, Roldán agotado sintió hambre, y entonces con su espada Durandarte, de un tajo, seccionó la cresta de una montaña, que le sirvió de mesa, quedando como recuerdo esa sierra.
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