
La Rambla
Julio Gonzálvez
La emancipación hoy día, un lujo
Los que vivimos en la zona de influencia de Sierra Nevada, tenemos la suerte de ver todos los años sus picos lejanos pero blancos, hermosos. No disfrutamos de ese blanco en las nuestras. En la de Gádor hace años que no vemos sus cotas blanqueadas por la nieve, tampoco la hemos disfrutado este año, que ha sido de agua y nieves en toda la provincia, pero hemos tenido la suerte de verla en la de los Filabres, y en pueblos donde desde hace años no se hacía presente. Hasta la Ragua, dejada por años del manto blanco, se ha visto este año, casi con la primavera encima, que sus caminos se pintaban de blanco, y que eran muchos los vecinos que descolgaban sus apechusques de nieve y se lanzaban a disfrutar.
Año de nieves, año de bienes. Eso nos decían en nuestras casas, cuando la nieve llegaba en invierno, pero debe ser por el cambio climático, ese que unos defienden y otros denuestan, llevaba años, demasiados sin dejarnos sin los juegos de los niños haciendo muñecos de nieve, tirándonos bolas y jugando con tablas de madera, cuando no había otra cosa por los cerros que rodeaban nuestros pueblos. Por olvidar, habíamos olvidado subir por la carretera de Gérgal, pasar por Aulago, y llegar hasta el Calar Alto, lugar de reunión dominguero cuando la nieve decidía hacer una visita a los Filabres.
Este año nos hemos desquitado jugando con, y en el manto blanco de la nieve. Hemos disfrutado, y hemos visto disfrutar a críos, como lo hacíamos nosotros y nuestros hijos hace años, tantos, que casi nos habíamos olvidado. Las aguas han vuelto a las fuentes, a llenar acuíferos y pozos, han solucionado los problemas de este verano para algunos pueblos del interior, que ven el problema que se les presentan los meses de julio y agosto con la llegada de los vecinos de vacaciones, pero si ha sido una bendición el agua, la nieve es la que ha marcado el final del último invierno y los primeros días de la primavera del 2025. Con el tiempo habrá que recordarla, si como dicen el cambio climático, el bendecido y odiado cambio, dice de mantener su sequía de nieve sobre nuestras sierras, otros veinte año o más.
Se han cerrado carreteras, las ha abierto la diputación, que es su obligación, y que se le agradece, pero lo importante, lo bello, lo que nos devuelve la ilusión ante la vida, es haber visto las caras de nuestros nietos ante una nieve que no conocían, jugar con ella, hacer muñecos, tirar bolas, ver sus caras rojas y una sonrisa difícil de olvidar. Ha sido un final de invierno feliz, nunca una primavera pudo comenzar mejor. Hermosa nieve la que nos visitó.
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