
En tránsito
Eduardo Jordá
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Bien cerca está la celebración de la Navidad, con su pórtico, entrañable y nocturno, de la Nochebuena. Se trata, por tanto, de una fiesta singular, tanto por su carácter extraordinario como por su número gramatical. Otra cosa son las plurales fiestas, asimiladas a la Navidad, mas no equivalentes, como tampoco el solsticio de invierno que acontece pocos días antes. Así que tampoco hay Navidades, en mayúscula, sino los distintos modos, navidades, con que cada cual celebra la Navidad. Además de quienes no lo hagan, e incluso no la compartan, preferiblemente con respeto. Hasta se pretende acudir al lenguaje inclusivo para que Felices Fiestas resulte más universal que Feliz Navidad, cuando no otra fiesta que la Navidad es la que se celebra, si no se espera, para desear felicidad, el momento de las fiestas de fin de año. En suma, la importancia de decir lo obvio o el juanramoniano nombre exacto de las cosas. Este balcón, navideñamente adornado, anuncia una celebra-ción a la vez pública e íntima, exteriorizada en la felicidad que se comparte y vivida en el interior de la casa, con la compañía de los presentes en las estancias y en los recuerdos. Así se hace en el transcurso de los siglos, a fin conmemorar el misterio de un epifanía, de una cosmovisión redentora, con el virginal reclamo de los llantos de un niño nacido en Belén y al que llamaron Jesús. Feliz Navidad.
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