
En tránsito
Eduardo Jordá
Un viejo país ineficiente
La novela Mujercitas, fue escrita por Louisa May Alcott, y publicada en 1868. En la misma, la autora narra cómo cuatro niñas se convierten en mujeres, con la Guerra de Secesión norteamericana como telón de fondo.
La novela muestra el valor del trabajo de las mujeres para conseguir su independencia, y la necesidad de que la Sociedad cambie. Para ello, la autora se apoya en la explicación de la importancia que tienen virtudes tales como el esfuerzo personal y la solidaridad.
Por otra parte, hace unos días que ha comenzado en China el “campeonato mundial femenino de ajedrez”. Lo he escrito entrecomillado para resaltar el título del campeonato. Se llama así. Es así. Está bien escrito. Lo escribo otra vez para recalcarlo: “campeonato mundial femenino de ajedrez”.
Nadie ha dicho nada. Nadie ha protestado. Nadie ha salido en defensa de las mujeres. Ni ajedrecistas ni no ajedrecistas. Ni mujeres ni hombres. Ni feministas ni no feministas. Ni ningún ajedrecista varón ha protestado ni ha pedido disculpas.
Por otra parte, tengo una amiga “granaína” que practica el deporte de la halterofilia y un día que le dedicamos al tema un “ratillo” de conversación me explicó hasta qué peso levantaba. Además, me explicó que no quería levantar más peso porque entonces le cambiaría el cuerpo y como eso no le apetecía, ella practicaba con ese peso, “y hasta ahí hemos llegado”.
Pero con el ajedrez, si no estoy equivocado, por mucho que practiques no te cambia nada de tu fisonomía. Lo pueden estudiar más y más, hombres y mujeres, que no se les va a notar ningún cambio externamente. Y puestos a tener memoria y/o inteligencia para practicarlo da igual el sexo.
Visto el relato anterior, es fácil deducir que ahora voy a afirmar rotundamente que estoy en contra de esa discriminación, que es lo que considero que es el hecho de que haya un campeonato de ajedres femenino y otro masculino. Y dado que “si no lo digo reviento”, pues diré que por una vez en la vida y sin que sirva de precedente, afirmaré que echo en falta, sobre todo, las protestas de esas feministas tan activas que “montan un pollo” por cuestiones banales en las que solamente ellas ven ofensa para las mujeres.
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