El monopolio del relato histórico

01 de julio 2024 - 03:09

Fui alumno del Colegio Universitario de Almería (CUA), adscrito a la Universidad de Granada, durante el curso académico 1977-78, donde cursé el primer año de Ciencias Físicas, obligatorio superar en el plan de estudios de Oficiales de la época para ingresar en la Academia General Militar (la General). Conseguí aprobar las 4 asignaturas de ese primer curso de licenciatura (Cálculo Infinitesimal, Algebra, Física y Química), lo que me abrió la puerta de la General. Solo tengo palabras de agradecimiento al profesorado por su dedicación, así como destacar el buen ambiente entre los compañeros de carrera.

Durante ese curso académico, en plena transición política, hubo algunas huelgas y asambleas en las Universidades, no quedando al margen de ello el CUA. Sin embargo, los alumnos de mi carrera decidimos no participar, lo que dio lugar a que fuésemos calificados de fachas por no comulgar con los postulados de los movimientos estudiantiles, controlados en general por diferentes facciones comunistas. Algunos líderes de entonces del movimiento estudiantil en el CUA, hoy son próceres de la Universidad de Almería (UAL), donde hay algún ejemplo de evolución ideológica obligada al no tener posibilidad de alcanzar puestos políticos de relevancia de seguir militando en facciones comunistas, afiliándose al PSOE, partido que sí les ha servido para abrirse camino en la política.

Muy iluso de mí, esa etapa la daba ya por superada, pero hete aquí que décadas después me vuelven a llamar facha por seguir sin comulgar con los preceptos comunistas, hoy con otro nombre, pero al fin y al cabo, la misma ideología, condenada junto al nazismo por el Parlamento Europeo. Pero bueno, vivo en un Estado de Derecho y aunque por mi condición de militar hasta mi pase a retiro (jubilación) tenga algunos de los derechos fundamentales limitados, como el de no intervenir en política, tengo claro que esas limitaciones no existen cuando se trata de opinar sobre hechos históricos. Por eso, sigo pensando que lo de los Coloraos no fue una gesta, sino todo lo contrario, una chapuza, y no me han dado razones para pensar lo contrario; que el Ingenio, declarado lugar de la memoria democrática, fue un invento del bando republicano almeriense, que ya no sabía dónde meter a tantos presuntos desafectos a su causa, la mayoría encarcelados por la mera sospecha, sin pruebas; de ahí salió hacia el campo de exterminio de Turón (Granada) el grupo de 300 personas, de las que algo más de una cuarta parte fueron asesinadas; o que la desbandá, contada como la cuentan, no es creíble si se tiene algún conocimiento de operaciones militares; ¿cómo es posible que la Málaga anarquista se perdiera en días, más bien horas?, ¿y cómo es posible también que los mismos del Comité de Salud Pública, que como valientes se hartaron de mandar al paredón a supuestos desafectos al régimen republicano, huyesen como “conejos” al atisbar las vanguardias nacionales?, ¿y cómo es posible que estos mismos milicianos corriesen hacia Almería más rápido que su propia población, en un acto de cobardía inaudito, dejándola abandonada a su suerte?; y claro que los nacionales bombardearon Adra y Almería, puesto que eran puntos de paso obligado de las fuerzas republicanas que tuvieron que acudir lo más rápido posible para cerrar la brecha abierta con la caída de Málaga, ya que entre esta ciudad y Almería no había fuerzas, y fue en Albuñol donde pudieron parar a los nacionales; habría que hacer un cálculo de tiempos para aclarar si la vanguardia nacional no alcanzó su línea de mayor penetración mezclada con los no combatientes republicanos abandonados por sus propias fuerzas. Y así podría discrepar de otros hechos históricos.

Me gustaría que se trataran otros para mí mucho más significativos en la historia de Almería, siendo el primero de ellos, sin duda, la Toma de la ciudad por los Reyes Católicos, que dio paso a la Almería que hoy conocemos. Se podría hablar, por ejemplo, de la resistencia de los almerienses ante el ataque de los cantonales cartageneros en julio de 1873, que fue el primer bombardeo de la edad contemporánea que sufrió nuestra ciudad, sin contar con la escaramuza de los Coloraos.

Pero claro, aquellos líderes estudiantiles comunistas de mi etapa en el CUA que luego han continuado de profesores, llevan ya disfrutando de unas décadas para inocular a sus alumnos sus ideas, en el caso de la historia, monopolizándola con un relato impregnado de la ideología que profesan.

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