Nuestra milagrosa memoria

El género humano estamos dotados de una memoria prodigiosa. En unos cuantos centímetros cúbicos, nuestro cerebro almacena más información de la que pueden contener una gran instalación en redes de ordenadores. Dicen que captamos el 80% por la vista, el 10% por el oído, y otro 10% por el tacto y el olfato. La memoria interviene directamente en todas nuestras actividades. El privilegio de tener memoria nos permite no olvidar, a no ser el fatídico Alzheimer nos lleve a su terreno.

Algunos han dicho que los recuerdos son el paraíso del que nadie puede expulsarnos. Esto no es del todo cierto, pues si los hombres no pueden quitarnos la memoria, sí lo hace nuestro propio cuerpo; ya que a partir de cierta edad mueren cada día cien mil neuronas, no reemplazables. Además las arterias cerebrales se endurecen y se reduce el riego sanguíneo del cerebro. Ley de vida: nacer, crecer y morir.

La fascinante y milagrosa memoria debemos emplearla para hacer el bien que podamos al prójimo, antes de que la vayamos perdiendo por la edad, o por una grave enfermedad.