Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Ccreo que era Lenin, acaso inspirado en los jesuitas, quien llamaba a los maestros “ingenieros del alma”, por la decisiva influencia de la educación en la cultura personal y desarrollo social de un pueblo. Un ideal que honran las mejores universidades del mundo al consagrar a sus docentes y sapiencias al servicio del progreso apostando para ello por la excelencia docente. Así el hecho de que más de la mitad del profesorado de universidades tan prestigiosas como Harvard o Standford, sea extranjero, se explica porque priman la calidad en la formación de sus elites intelectuales, algo inverosímil por estos lares, donde es fama la endogamia académica en los campus: y así nos va en la clasificación mundial de estos. Como inverosímil parece que una de nuestras universidades punteras, la Complutense, aceptara, de rondón, la creación de una cátedra para que la dirigiera una señora sin titulación, elegida solo porque era la esposa del presidente de gobierno. Y que para ello, prescindiera valorar su ciencia ni experiencia o datos tan relevantes como que carecía de licenciatura alguna o que ni tuviera aprobada la selectividad. Y que, por si fuera poco, además se la responsabilizara de dirigir todo un master para adiestrar al alumnado en “captar fondos públicos”, o sea para convertir en pericia profesional el logro de favores inversores de la Administracion si lo entiendo bien: una práctica tan nativa como la prostitución, por cierto. Y claro, como por encanto, aparecieron patrocinadores generosos que le costearon un ‘software’ propio para la ingeniosa reinvención de exprimir las ubres del Estado, a fuer de convertir las aulas universitarias en foro de mercachifles. Un escándalo que podrá ser o no punible, pero que supone un ejemplo abusivo de la gestión de tal institución. Como escandaloso parece que apenas se escuchen censuras de los claustros docentes por el mercadeo infame de un Rectorado que sigue campando como si el desafuero, no fuera él. Parece evidente que la universidad española necesita reformas urgentes y sustanciales, pero se trata de un reto que produce escalofrío si se aborda bajo la partitura politizada de quienes la desprestigian en su provecho a fuer de primar lo económico sobre los saberes. Porque lo que exige tal reforma es luz que alumbre a la ciudadanía y cultive la investigación, y el debate creativo y las ciencias: que nos transmita sus méritos y sus logros a la sociedad.
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