El Medio y el Ambiente
Ignacio Flores
Sin química es imposible el progreso
Leí hace tiempo una anécdota sobre un político estadounidense que, ante una decisión difícil, llamó a consulta a uno de su asesores para que le sacara de dudas, ante esta situación le dijo que cuál era la opción más correcta. Este le indicó cual era a su entender la mejor, pero el político decidió otra, la opuesta que resultó ser un auténtico fiasco. El político despidió a su asesor, dándole la explicación de que estaba contratado no para tener razón, sino para convencerle antes de que se equivocara. Se ha repetido hasta la náusea la mentira piadosa del buen comportamiento general de la población española. Se oculta que se nos ha aleccionado a todos a vivir en una sociedad competitiva y hedonista, en la que se premia al individuo que se sitúa por encima de los demás a costa de lo que sea. Estamos en una sociedad insolidaria y no vale poner paños calientes si queremos cambiarla. Es curioso que el vocablo buenista se haya convertido en un insulto: o sea, que ser buena persona es sinónimo de fracasado, de bobo, de ser una persona simple… de esas personas que pasan por la vida sin pena ni gloria.
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