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Yano disimula el Partido Sanchista Trolero Español, acerca de que el rollo macabeo de la Memoria Democrática, que tiene lo mismo de democrático que los escoltas asesinos de Indalecio Prieto, es un cuento chino para desviar atenciones. Ahora, con la esposa, el hermano, el fiscal general y el ex ministro de confianza del presidente del Gobierno imputados por presunto choriceo, ahora vuelven con Franco.
Y esa todavía ingente masa acrítica e inculta, que sigue votando en función de quién mató a su abuelo al que ni conocieron hace 80 años en una guerra que no se ha molestado en investigar, sale a aplaudirles mientras ellos les apuntan en la frente con sus órganos viriles en la mano, vaciando el contenido de sus vejigas sobre sus rostros, mientras explican que está lloviendo.
Y casi se pregunta qué pasó en realidad en esa historia sobre las que les han mentido siempre. A ninguno de esos ‘muertos vivientes’, ‘walking dead’ de la Memoria Democrática, que caminan con la vista perdida en el horizonte mientras escuchan las trolas del presidente y de esa desgracia política llamada Zapatero, se les ocurre comprobar que la Segunda República que idolatran no fue la arcadia feliz que les contaron, sino una época de miseria, terrorismo, enfrentamientos, golpes de estado, pucherazos y una proclamación fraudulenta, tras unas elecciones municipales y no un referéndum que, por cierto, ganaron los partidos monárquicos salvo en grandes capitales. A nadie, se le ocurre preguntar quién asesinó al líder derechista en 1936 y por qué Indalecio Prieto no ha pasado a la historia como el jefe de los policías que lo hicieron.
Casi nadie investiga los nombres de tantos asesinos, violadores, ladrones que se incautaban lo que podían con la excusa del comunismo, robando a manos llenas en nombre de la revolución, que luego recibieron sus merecidos por parte del franquismo y que ahora nos quieren hacer pasar por madres Teresa de Calcuta; nadie pregunta por los que violaban a religiosas, quemaban conventos, asaltaban periódicos para robar maquinarias, se adueñaban de fincas agrícolas, asesinaban en plena calle o detenían ilegalmente para fusilar.
Todo eso sucedió en Almería, entre otros lugares. Y muchos de los protagonistas ahora son considerados víctimas del franquismo por parte de los troleros estandartes de esa trola mezquina de la Memoria Histórica, instrumento ideado para distraer la atención sobre los choriceos y chapuzas del social-comunismo.
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