03 de septiembre 2024 - 03:07

Tema candente el de la inmigración. No solo la ilegal, la inmigración en general. Porque choca con nuestra mentalidad. El franquismo nos inculcó un relato de la historia de España tendente a fundamentar el nacionalismo, troncal en su ideología y común con el resto de fascismos europeos de la época. Destacaba en esa visión sesgada de la Historia lo de la Reconquista, es decir, los ocho siglos de supuesta lucha sin desmayo ni cuartel contra los moros invasores de España. El concepto de moro ha quedado para siempre en nuestra mentalidad como sinónimo de presencia o proximidad indeseable de un diferente. Se hace extensivo al negro. Ambos se evidencian por el color de su piel, su habla, que nos parece un guirigay sin sentido, sus costumbres y, sobre todo, su religión. Recuerdo que mi maestra de primaria decía que sí, que hay muchas religiones en el mundo, pero la nuestra es la verdadera.

Desde luego, no somos los españoles los únicos racistas y xenófobos. También los ingleses lo son, y mucho, como hemos visto días pasados. Y los alemanes, como han demostrado en su historia reciente. Los franceses no se quedan atrás, con su característico chauvinismo. Parece entonces que el racismo intrínseco a la cultura occidental tiene raíces muy profundas.

¿Cuál sería el antídoto? Nadie lo sabe. Desde luego, la educación, la cultura, ayudan, y mucho. Son esenciales. De tal manera, que se puede decir que el racista o el xenófobo lo son, sobre todo, por su escasa formación cultural. De ahí que sean tan proclives a creerse las patrañas que propagan algunos sobre que los inmigrantes nos quitan los puestos de trabajo, que la mayoría son delincuentes, etc., cuando sabemos que son necesarios precisamente para hacer trabajos que ya nadie quiere hacer y para financiar las pensiones, entre otras cosas.

La presencia de personas de otras razas, otras culturas y otras religiones nos pone delante de nosotros mismos, de nuestros prejuicios y errores históricos, de nuestra mentalidad cerrada, localista, monolítica. Y, en muchos aspectos, equivocada. Luego soltamos la peregrina idea de que vamos a Tailandia para ver otras culturas y otras formas de vida, lo que no es cierto en absoluto. Pero ese es otro tema del que ya hablaré.

Con esos mimbres, se nos viene la avalancha inmigratoria a Canarias y Ceuta. Los llamados Menas, menores solos, nos interrogan sobre nuestra Humanidad y nuestra mentalidad.

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