
Pues yo lo veo así
Esteban Requena Manzano
No voy a las procesiones
Resulta muy fácil y muy obvio argumentar sobre la importancia de la sanidad. Todo el mundo coincide en que debe ser de la máxima calidad. Sin embargo, cuando hablamos de sanidad pública o de aumentar impuestos para tener más recursos sanitarios, la cosa se complica. Vendrán los mercaderes del neoliberalismo, el capitalismo y el individualismo a decirnos que donde mejor están nuestros impuestos es en nuestro bolsillo. Quienes vamos acercándonos al medio siglo, recordamos cómo cuando éramos pequeños era constante la preocupación (entre las personas adultas) por la manera en que la tele educa o «des-educa». Este debate se ha desplazado hoy en día en buena parte hacia internet y las redes sociales. La televisión sigue educando, aunque su impacto sea mucho menor que hace varias décadas, cuando junto a la radio y la prensa escrita eran los únicos medios de información.
Lo del lunes pasado en La Revuelta, programa de la 1, la televisión pública, viene a confirmar el poder educativo de los medios de comunicación. El testimonio de Noah Higón, una chica de 26 años con 7 enfermedades raras diagnosticadas deja un buen puñado de ideas bien claras. La primera, plasmada incluso en su camiseta, «sin ciencia no hay futuro». Todo un aviso para terraplanistas, conspiranoicos, cuartomilenistas y adalides de la posverdad. La segunda, que es imprescindible invertir en sanidad pública. Nos va la vida en ello y precisamente su testimonio es la mejor prueba. Si no fuera por la sanidad pública… «en muchos otros países del mundo ya estaría criando malva hace tiempo» (dijo textualmente). La tercera, evitar la fuga de cerebros. Aquí incluso los neoliberales más intransigentes deberían estar de acuerdo. La costosa formación pagada por la ciudadanía, los recursos públicos invertidos en tener grandísimos profesionales no revierte en la mejora del sistema por la incapacidad que tenemos de darle unas buenas condiciones laborales. La última y la más importante de todas: se puede contar todo eso desde la simpatía, la positividad, el buen humor, la rigurosidad y la firmeza, todo a la vez. Por todo lo anterior es tan importante tu mensaje, querida Noah. Cabe plantearse cómo sería nuestra sociedad, cuánto seríamos capaces de mejorar si a la vez que educamos en la escuela lo hiciésemos desde la familia, en nuestras relaciones sociales, los medios de comunicación y las redes. Gracias, Noah Higón.
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