La Rambla
Julio Gonzálvez
Propósitos para este año
Sin complejos
Unavez más hay que decirlo: son los reyes de la ley de embudo, de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. El partido de la amnistía, de los indultos, de traer a Puigdemont para que sea juzgado, del oro del Banco de España de los pactos con la ETA y los gobiernos con sus herederos, de la queja permanente por los conciertos de la sanidad con las empresas públicas y las aulas prefabricadas que ellos mismos inventaron e implantaron en Andalucía, el partido que llegó al gobierno afirmando y prometiendo que jamás destruirían ordenadores con pruebas a martillazos, ahora defienden que lo más normal es que en el teléfono de un Fiscal General del Estado investigado e imputado por publicar datos de carácter personal, hayan aparecido hasta doce mensajes borrados.
¿En serio? ¿En serio, Pedro? ¿En serio, señores socialistas amordazados y anestesiados? ¿En serio, Juan Antonio Lorenzo, que has hablado a boca llena sobre los ordenadores destruidos a martillazos en la sede de Génova? O sea que, ahora, lo que toca es pedir perdón a ‘Alvarone’ García Ortiz porque se le ha acusado de delitos de los que no hay pruebas en su teléfono móvil. Y claro, cualquier niño del parvulario respondería: ¿Y por qué no aparecen esas pruebas? ¿No tendrá nada que ver con se hayan borrado esos doce mensajes? Porque no se trata de que hayas mandado un mensaje a tu vecina del quinto afirmando lo bonica que está desde que se separó, cuando pretendías enviárselo al del tercero.
En absoluto. Se trata de hasta doce mensajes borrados el día en que se supo que existía una investigación judicial a propósito del fiscal general, con testimonios aportados acerca de que él fue quien filtró datos de la pareja de Ayuso, antes de que éstos aparecieran en un medio, por cierto, por boca de una periodista socialista, que ha vivido siempre del socialismo, y que ahora es integrante del Consejo de RTVE.
Y viene Pedro I El Falso a decir que hay que pedir perdón al que ha borrado los mensajes de su móvil el día en que se conocía que estaba investigado, el líder del partido que llegó al poder presumiendo que ellos jamás destruirían pruebas, que son transparentes, que ellos venían a regenerar el estado y a borrar la corrupción del gobierno. Y la pregunta ya no es si se puede tener más desvergüenza, sino si no va a haber, ahora tampoco, ni un solo socialista capaz de reconocer la vergüenza que da todo este nauseabundo espectáculo que, una vez más, está ofreciendo su partido.
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