El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
La ministra Margarita Robles estuvo en Almería. Se paseó por el campamento de Viator. Admiró el trabajo de estos hombres dentro y fuera de nuestras fronteras e hizo declaraciones. Si se hubiera mantenida callada en la cuestión de la política con Venezuela, le estaríamos diciendo que pasó por nuestra provincia dejando un cierto y agradable sabor de boca. Pero a los políticos les pone un micrófono, no lo pueden remediar.
Le preguntaron a doña Margarita por Venezuela y la presencia en España del ganador de las pasadas elecciones, y a la mujer no se le ocurrió otra contestación que decir que el gobierno de España no había mantenido negociaciones con los perdedores de las elecciones, los chicos de Maduro, y diez minutos después, desde la lejana Venezuela, el gobierno ilegal del dictador le decía a la ministra española que mentía. Con todas las letras.
Margarita, de amor, tendría que haber hablado usted del amor, del que siente por el ejército, por la legión, por la cabra, por los españoles de uniforme, y por los que no lo llevan. Pero se metió con la historia de Maduro, y este le ha respondido como parece que usted se merece, tras mentir a los españoles con lo de que su gobierno no había negociado con el de Delcy y cía.
Luego nos piden que les creamos. Es duro señora mía, compréndalo, mienten sin ningún miramiento ante los ciudadanos, y a estos cada vez les cuesta más poder creer en lo que nos cuentan. Normalmente los dictadores confesos no mienten, no lo hacen los secesionista catalanes y más de un disgusto le han dado al gobierno que la tiene de ministra. Si sabía que la iban a desmentir, que desde Venezuela le iba a llegar el “tiro político en la nuca” de la dictadura, a qué vino decir en tierras de Almería, en el campamento de Víator, que su gobierno, el de Pedro, no había intervenido en la retirada a nuestro país del ganador, según también el parlamento español, que así lo ha dicho por mayoría, de las elecciones venezolanas.
Siempre se había pensado en usted como en una mujer seria, una juez que sabía la importancia que tiene la verdad, vamos a tener que pensar que estábamos equivocados, o que de tanto estar sentada a la derecha del padre Pedro, se nos ha convertido en una persona a la que la verdad cada vez le importa menos. Y si es en política, para qué hablar. Mentir se ha convertido en el principal trabajo del político, lo menos que se le puede exigir es que lo hagan con cierta inteligencia, que no les pillen a las primeras de cambio, como le ha ocurrido a usted.
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