
Monticello
Víctor J. Vázquez
Una amnesia no sólo cristiana
Si uno echa un vistazo alrededor suyo comprobará que hay un número casi infinito de estilos de afrontar la vida. En sentido estricto, podríamos asegurar que tantos como personas han existido. Pero luego vemos que las diferentes alternativas se agrupan entre sí en una amalgama, de número también significativo, de escuelas o vías para supervivir en esta “vida cruel”. De siempre han existido los estoicos, los zen, los existencialistas, los religiosos convencidos o los agnósticos recalcitrantes. Pero es que hoy, además, se vienen sumando nuevas “corrientes del saber”, como son los influencer, los coach, los youtubers y demás ralea digital. Pero el caso es que, si lo pensamos, todas estas escuelas de la vida surgen porque venimos a ella sin unas mínimas instrucciones que nos guíen en la misma. Imaginemos, por tanto, cómo sería nuestro manual de funcionamiento. No debería ser muy largo, porque si no nadie se lo leería, claro. Pero podría ser algo así:
“Arranque del sistema”: te encienden otros, no te molestes mucho más. Tus primeros años los pasarás sin hablar ni entender nada, a la par que te verás rodeado de gente, con suerte, que te intentará hacer reír y te querrán. “Modo adulto”: sin instrucciones concretas. De repente las responsabilidades te abruman, te duele la espalda y hay que sacar al perro y la basura aunque llueva.
“Relaciones humanas”: advertimos que el sistema se queda pillado fácilmente. Hay errores frecuentes de sincronización, algunas conexiones se interrumpen por altibajos de la cobertura emocional. “Gestión emocional”: la app es inestable; cuanto más intentas programar una respuesta con antelación, más rápidamente se dispara la que no querías que aflorara. “Sentido de la vida”: aquí el traductor se suele volver loco y nos muestra una serie de caracteres que parecen los de un chino aprendiendo arameo. Resultado: te tienes que buscar la vida y rellenarlo tú mismo como puedas. Y para finalizar, estaría la sección de “cuidado y mantenimiento”: meditar, hacer ejercicio, una dieta sana y decir “no” sin sentirte mal será lo mejor que puedas hacer por tu maquinaria.
Y aunque todo este ejercicio de imaginación no sea más que una chorrada, faltaría más, la realidad y la ficción se encuentran a veces por ventura y otras por accidente. La cuestión es que nadie sabe bien cómo se vive, pero todos llevamos ya nuestro trecho recorrido. Tan desencaminados no iremos, ¿no?
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