
Mis cosas
Diego Martínez
Ana María Matute, la gran escritora que siempre sonreía
Comenzó este sexto mes y las hojas del calendario cabalgan a marcha forzada. En junio las mañanas son lentas a pesar del airecillo y de su prisa por dejar atrás otra hoja del calendario. El poniente y el levante, tienen mayoría absoluta y han sacado a cabalgar a sus caballos por el mar. Se nota la brisa en la playa y el rebalaje que forman los bañistas que inundan los kilómetros de costa.
Sin darnos cuenta la noche se ha echado encima y es cuando el cuerpo me pide volver a casa. Así dejo la noche al otro lado de la puerta, aunque sea una noche distinta en un atardecer como en la Huerta San Vicente, la casa de verano de inmortal Federico: “Ay qué noche tan serena/que no tiene movimiento./ Ay, quién pudiera tener/tan sereno el pensamiento”.
El alba es la primera luz y como te descuides el amanecer se te escapa, tan bello como el atardecer.
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