Luchar contra la aridez: ¿Batalla pérdida?

Las consecuencias sobre nuestra salud serán evidentes y deben preocuparnos. Pero les aseguro que también serán económicas

07 de julio 2024 - 07:00

El dato es alarmante. Almería, junto con otras provincias como Granada, Murcia y Alicante, han experimentado un aumento en la extensión de zonas áridas de la última década. Según recoge un estudio de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EZZA), dependiente del CSIC, la categoría “árida” (según la metodología FAO-UNEP) en España pasó de 307 kilómetros cuadrados a 7.100. Y una gran parte de este incremento ocurre en la provincia de Almería. Este fenómeno refleja un problema estructural que afecta de manera significativa a Andalucía, lo que aumenta el riesgo de desertificación y agravando la escasez de agua.

La superficie árida en nuestra tierra ha experimentado un cambio drástico en su extensión desde la primera década del siglo XX. En su origen las áreas áridas se limitaban a algo más de 300 kilómetros cuadrados. Sin embargo, el reciente estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) indica que en la actualidad podemos estar hablando de una superficie de más de 3.300 kilómetros cuadrados.

Con estos datos sobre la mesa cabe preguntarse qué estamos haciendo para luchar de forma efectiva contra el desierto, no sólo en la provincia, sino en el resto de España y si realment hemos sido capaces de tomarnos en serio el problema que se nos avecina a la vuelta de la esquina.

Nuestra percepción, acostumbrados a la aridez de la tierra, al polvo subsahariano y a la falta de agua, es posiblemente la misma con el paso de años años. La tierra, por contra, si nota como avanza un fenómero que amenaza con ponernos en serias dificultades en los próximos años. No se trata sólo de la imposibilidad de cultivar por la falta de agua, -una amenaza real-, sino las futuras olas de calor que nos visitaran con veranos más tórridos e inviernos más suaves.

Las consecuencias en nuestra salud serán evidentes y deben preocuparnos. Pero también serán económicas. Muchos de los cultivos tradicionales que han jalonado los paisajes de esta tierra durante milenos cambiarán. El turismo, por ejemplo, tenderá a desplazarse a lugares menos cálidos, huyendo de las temperaturas extremas que se anuncian. Llevamos demasiados años anunciando una realidad que ya está aquí.Pero mucho me temo que hemos actuado como en el cuento de ‘Pedro y el lobo’. Ya saben, de tanto anunciarlo nadie lo creía hasta que el animal llegó y acabó con todas las ovejas. Pues en ese extremo estamos o nos encontramos. Una realidad que avanza de forma inexorable y a la que no hemos sabido o no hemos querido hacer frente. El cambio climático es una realidad que hay que afrontar con políticas activas de alto calado, sin paños calientes y conociendo el enemigo al que nos enfrentamos. Y les aseguro que no es pequeño y tampoco fácil de derrotar. ¿Estamos a tiempo aún? Lo desconozco. Pero si tengo asumido que nuestra forma de vida cambiará.

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