La Lotería de Navidad

24 de diciembre 2024 - 03:08

Enciendo el ordenador y antes de ponerme a escribir esta columna, abro la página de la Lotería Nacional para comprobar si he tenido suerte y me ha tocado en el sorteo de Navidad alguno de los ocho números que saco de la cartera. Como todos los años, miro uno por uno y aparece en la pantalla: “este número no ha sido premiado”. Puedo romper los décimos y tirarlos a la papelera. Es un rito que se repite cada 22 de diciembre, del que no te escapas. Supongo que a la mayoría de los que han tenido el detalle de leer este artículo les habrá ocurrido lo mismo, y nada tengo que añadir sobre los que comparten conmigo el deber de comprar (por si toca) el número que te ofrecen en un determinado colectivo al que perteneces. Porque pasa eso, por la parte que me toca no tengo ninguna afición por los juegos de azar, pero cómo no vas a participar en este sorteo navideño, cuando corres el riesgo de que algún año te puedas quedar a dos velas, mientras que tus compañeros del grupo al que perteneces, estuviesen brindando con champán la llegada de la suerte, en la puerta de la sede. Pero, dicha sea la verdad, no son los únicos números que tienes, los décimos que compras por estar comprometido a colaborar con determinada asociación. Otros proceden por la ocurrencia de algún espontaneo, con el que compartes mesa en una reunión de amigos, el día que decide comprar lotería a un vendedor callejero que se acerca a la mesa. A ver, qué haces. No te queda más remedio que participar, por si acaso. Todos los años la misma historia. Cuando llega el día del sorteo, vemos en la pantalla del televisor, alzando las copas, a los cuatro agraciados que han sido favorecidos por la suerte, y nos parece la cosa más natural del mundo. Pero no vemos a los millones de participantes, entre los que me incluyo, que rompen el décimo mirando al techo, y a otra cosa mariposa. Si hiciéramos cuentas comprobaríamos que para que a un número le toque el reintegro, sólo tiene una posibilidad entre diez, que ya es difícil. Mucho más difícil será que a un número le toque lo que se conoce como la pedrea. En cuanto a los primeros premios, se pueden contar con los dedos de la mano los agraciados que brindan con champán, frente a los millones de participantes que no pinchan bola. Por supuesto que lo que acabo de exponer no producirá efectos en el sentido de abandonar la tradición. El año que viene volveremos, yo el primero, a comprar décimos de lotería por si las moscas.

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