Lotería de Navidad, tómbola de sueños

Esa es la tómbola de los sueños, acompañada por la partitura de los niños de San Ildefonso con su letanía de ilusiones cada 22 de diciembre. En cada billete no sabes qué te puede esperar. En cada décimo, que es lo que juegas, quizás sea un cheque para deshipotecar tu vida, quizás el pasaporte para un paraíso remoto, quizás la hoja en blanco para escribir tu futuro. Con cada décimo se compra la esperanza. Que el azar sonríe a otros se aprende cada 22 de diciembre. Los niños de San Ildefonso suelen ser los “aliados” de los demás y de los lugares comunes (un Gordo muy repartido, tenemos salud, ha tocado a los que más lo necesitaban, etc). “No es una vergüenza ser pobre, pero tampoco un honor”, dijo Tevye (Chaim Topol) en la cinta “El violinista en el tejado” segundos antes de cantar “Si yo fuera rico”.

Se cree más en la lotería que en la economía, más en Doña Manolita que en la bolsa, más en las liras y las tolvas que en el IPC y el PIB. La fe en el azar, pero “Dios no juega a los dados”, dijo Einstein.