Francisco García Marcos

El look real

Comunicación (Im)pertinente

04 de enero 2025 - 03:09

Se despidió el año 2024 con Bárbara Rey ejerciendo de moderna Madame Pompadour ibérica, aunque la comparación no deje de ser un atrevimiento. La meretriz francesa, en efecto, tampoco procedía de la nobleza y fue introducida por su propia familia como cortesana de Luis XV. Ejerció como amante oficial del rey de Francia entre 1745 y 1751, aunque solo la enfermedad extinguió sus servicios como consejera regia y mecenas artística a los 42 años. Singularmente hábil en los entresijos palaciegos, consiguió ser nombrada dama de compañía de la mismísima reina María Leszczynska, la esposa de su amante. Por descontado, granjeó numerosos títulos nobiliarios a sus parientes. La versión española de los líos palaciegos parece ostensiblemente más chabacana, e incluso algo sórdida. El fino deambular entre las bambalinas del poder ha sido sustituido por una deslealtad bastante burda en forma de fotografías, un chantaje vulgar al estado y, en fin, lo más reciente, una confesión pública, innecesaria por sobradamente conocida, a cambio de una jugosa cantidad de dinero. El antagonista necesario de este entremés chocarrero es el hijo despechado de la protagonista, dispuesto a descender al inframundo para rescatar los fragmentos más cicateros de aquella relación, aireándolos a los cuatro vientos, de nuevo, con una jugosa cantidad de dinero de por medio. Para terminar de completar el cuadro, otra actriz de la época del destape, Nadiuska, arranca en 2025 desvelando sus relaciones íntima con el Emérito. Si esto se convierte en hábito y van a desfilar todas sus amantes, la cama de su majestad puede propiciar más episodios que un culebrón latino. La sobreabundancia de información suele producir un efecto neblina, tras cuya fisonomía borrosa se escabullen, o se enmascaran, informaciones de mayor enjundia. A veces la casualidad activa esos mecanismos. La dramática DANA valenciana acudió en ayuda de Errejón que, de repente, desapareció del primer plano informativo. Pero otras veces la superabundancia de información es sutilmente provocada. Por descontado, el ciudadano medio no puede tener constancia directa de ello, porque justo en eso descansa su eficiencia. Pero sí que cuando menos queda alguna sospecha, sobre todo con una razonable distancia en el tiempo. Las calaveradas del Emérito ocupan un espacio que desplaza a otras cuestiones, desde luego, con más enjundia. Entre un listado manifiestamente ampliable, pienso en que nadie se ocupa de las cuentas opacas, los paraísos fiscales, los negocios truculentos en países remotos o de lo que nos cuesta una casa real con su poblada recua de miembros. Como si se tratara de un biombo perceptivo, la información rosa sitúa a los protagonistas en otro plató. Por cierto, no está de más recordar que justo por eso, por ese perfil crápula y juerguista, Su Majestad Emérita siempre ha sido especialmente apreciado entre su pueblo. Que nadie se confunda, justo ese es su look preferido.

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