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Es provechoso oír algunas declaraciones de nuestros políticos. Una de esas intervenciones beneficiosas para nuestro conocimiento la hizo la Consejera de Economía de la Junta sobre la recaudación de impuestos. Dijo que durante el año fiscal la Junta había recaudado DOSCIENTOS MILLONES MENOS que el año anterior debido a la rebaja, entre otras cosas, del IRPF. Gracias a que es licenciada en economía y master en varias cosas pudo llegar a la conclusión de que si bajas los impuestos recaudas menos. No se me habría ocurrido pensarlo. Claro que hasta la fecha habían estado defendiendo que la bajada de impuestos haría subir la recaudación; por ejemplo en el caso de los impuestos sobre el patrimonio y transmisiones. Por lo que se ve, ha venido a darse de bruces con la realdad: bajar impuestos hace que se recaude menos; así de claro. Lo curioso es que, para justificarse, vino a decir que gracias a ellos había doscientos millones más en el bolsillo de los andaluces. Me recuerda aquel mantra de que “el mejor lugar donde está el dinero de los impuestos es el bolsillo de los ciudadanos”. Siguiendo esa lógica, si esa decisión de bajar solo una parte del IRPF da como resultado que los ciudadanos tengan más dinero en sus bolsillos, ¿por qué no bajarlos aún más y así tendríamos más dinero para gastar? ¿O por qué no suprimirlos del todo? Claro que a renglón seguido vendrían las quejas de M. Bonilla diciendo que se ha llegado al tope de los gastos en sanidad, educación y servicios sociales. Y a continuación, ir a llorar al Estado para que hagan llegar más dinero a Andalucía, que nos falta dinero. Aparte de esas consideraciones, me gustaría saber cómo se han distribuido esos milloncejos. ¿Deberíamos decir que se han repartido a partes iguales? O sea, que si estamos unos ocho millones seiscientos mil habitantes en Andalucía, una sencilla operación matemática dirá que cada andaluz ha dispuesto de 23 euros más para gastar este año. Mira que si fuera así. Pero me temo que no. Ni siquiera si dividiéramos a partes iguales entre los que han presentado la declaración tendríamos una distribución equitativa. Es claro que se habrán beneficiado más aquellos con mayores ingresos. Y si no declaras nada porque no tienes casi nada, entonces tus beneficios por la rebaja serían algo así como CERO. A cambio de que algunos se hayan (o nos hayamos beneficiado) pagando menos, nuestros servicios públicos pagarán el pato. Magnífico.
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