Antonio Lao
Día de la Provincia, algo más que medallas
Tengo que hablar de la gratitud y, mira por dónde, me he acordado de ti, Gonzalo. La gratitud es tener la condición o cualidad de saber dar las gracias. Un sentido de apreciación profundo por el bien recibido, que genera un deseo de hacer algo por la persona que ha hecho ese favor. Ese has sido tú, y quiero representar el sentimiento de todas las madres de tu colegio, de la Promoción XLI de Tabladilla; espero estar a la altura. A lo largo de este tiempo en el que hemos coincidido, cuando eras pequeño, en partidos de fútbol merendolas para ver el fútbol en casa cuando jugaba tu equipo sevillista o en tus primeras quedadas, tu actitud siempre fue tan entrañable y generosa que siempre esbozabas, con una gran sonrisa, los rizos rubios y esos ojazos, una palabra amable, un gracias. Los años pasados en tu infancia en el colegio, y cómo no, los ratitos con la pandilla de los Chavules, difícilmente los vamos a poder olvidar, porque has conseguido unir en oración a tus compañeros de pupitre, que no querían despedirte tan pronto. Todavía recuerdo aquel día de pubertad cuando apareciste en casa para salir acompañado por dos “pivones” de niñas que resultaron ser tu prima y tu hermana Cristina.Hoy vengo a hablar de tu madre, María del Mar, y de tu padre, Gonzalo, y de su manera de afrontar la esperanza en este último año. Enterrar a un hijo va contra natura y tus padres, ante la adversidad de tu enfermedad, lo único que han demostrado es tener una conducta impecable, dando las gracias por cada minuto de vida contigo. La gratitud es un sentimiento de aprecio y agradecimiento por las bendiciones y beneficios que hemos recibido, y tus padres, en su dolor, han cultivado una condición de agradecimiento, siendo mucho más felices y más fuertes espiritualmente para no derrumbarse ante tu presencia. El dolor es un reflejo directo del amor. La pérdida de un hijo es aterradora y va más allá de lo que la mayoría de nosotros estamos preparados para afrontar. Aunque hoy lloramos tu partida al cielo, lleno de juventud, fortaleza y alegría, sabemos que sentiremos tu ausencia y agradecemos, este último año, por las enseñanzas que hemos compartido, tantas novenas que queríamos te dieran un minuto de aliento para compartir esos ratitos que te dejaba el tratamiento para hacer feliz a los demás. Hay que ser, por tanto, agradecido, decirlo y demostrarlo. Por tanto, estas palabras hoy son para ti. El agradecimiento es la memoria del corazón y un corazón agradecido no hace sino henchirse y transmitir esa emoción de múltiples formas y maneras; así que los que tuvimos la suerte de conocerte vamos a recordarte con: una sonrisa, un abrazo, un gracias, un “cuídate” o unas palabras divertidas que nos harán conectar contigo, alimentando tu recuerdo y reconfortando el alma humana.
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