Vía Augusta
Alberto Grimaldi
‘Informe caritas’
La zona que hoy ocupa el municipio de Laujar, estuvo poblada desde muy antiguo. Los pueblos pre ibéricos lo primero que buscaban para asentarse era la proximidad a manantiales de agua y en ese aspecto Laujar de Andarax, además de contar con el agua del río, tiene innumerables fuentes de agua fresca y de muy buena calidad. En tiempo de los musulmanes fue la capital de la taha de Andarax (Bayárcal, Íniza, Guarros, Paterna, Alcolea, Fuente Victoria, Fondón y Benecid) La Alcazaba fue la obra más importante de Laujar y la más importante de toda La Alpujarra. Los levantamientos de los moriscos y los terremotos acabaron con su infraestructura y apenas se pueden encontrar algunos restos de muralla. Otra gran obra musulmana fue la mezquita, que en la sublevación de los moriscos de 1500 los cristianos la incendiaron y redujeron a escombros con 200 moriscos dentro; así fue la crueldad en ambos bandos.
Con frecuencia leo artículos en internet de osados ignorantes que le atribuyen a Laujar el lugar donde vivió Boabdil los últimos años antes de marcharse a África. Pues no. Vivió en Fuente Victoria y a Laujar no le hacía falta la presencia del Rey Chico para ser famosa. El que sí vivió aquí fue su tío el Zagal, que tras la entrega a los Reyes Católicos de Baza, Guadix y Almería, fijó su residencia en Laujar como señor de la taha de Andarax. Tras el levantamiento de los moriscos en La Alpujarra en 1490 el Zagal se vio obligado a refugiarse en Almería y después de esta humillación vendió todas sus propiedades a los Reyes Católicos por cinco millones de maravedíes y se marchó a África.
Posteriormente tras la rebelión de los moriscos de 1500 el Infante de Almería (Yahya el Nayar) se fue a vivir a Laujar, donde murió seis años después. Otro pequeño rey fue el legendario Aben Humeya que murió aquí, asesinado por los suyos, después de la que fue su última noche de orgía. Otras personas muy importantes que nacieron en Laujar fueron: Pedro Murillo-Velarde nacido en 1696. Fue Jesuita, Teólogo y Cartógrafo. Pasó gran parte de su vida en Filipinas y publicó una gran obra en diez tomos llamada Geographia Histórica en 1752. Bernardo Toro y Moya nació en 1819 y se licenció en Derecho. Fue Diputado a Cortes por Berja, Canjayar y Almería en un total de 12 legislaturas. Pero el más ilustre laujareño, al menos para mí, ha sido sin duda Francisco Villaespesa Martín. Nació en 1877 y cursó el bachiller en el Instituto de Almería y después en Granada se licenció en Derecho. Sus obras de teatro son innumerables y en el recuerdo de todos está “El Alcázar de las Perlas”, “Aben Humeya” o “Doña María de Padilla”. Dedicó versos inolvidables a las fuentes de Granada y al murmullo del agua que corre y que canta. Laujar proviene del nombre de uno de los dos barrios o núcleos de población: El Auxor y El Hizam, que con el paso de los años se fueron extendiendo y terminaron unidos. Auxor significa cueva o caverna en árabe. Un pueblo con tanta historia como Laujar no podía estar exento de leyendas y brujerías. Unas son las normales de toda La Alpujarra con pequeños matices que le dan el sello propio del lugar: fantasmas, mantequeros y hombres del saco. Pero Laujar cuenta con la leyenda de la Tumba del Gigante y esto ya no es tan frecuente. Efectivamente, en los Llanos de Caparidán en plena Sierra de Gádor se encuentran los restos de lo que pudo ser una gran casona o tal vez una tumba hecha con ciclópeos bloque de piedra de varios cientos de kilos cada uno. Hace más de 40 años la visité de la mano de Andrés García Lorca en dos ocasiones. Hace unos meses lo he intentado nuevamente y no he conseguido localizarla; los pinos han crecido mucho y no hay ni una sola indicación que permita al curioso hallar esa enorme tumba donde se supone enterraron hace cientos de años a un gigante. En la Plaza de La Alpujarra, antiguamente llamada Plaza de Isabel II, hay que sentarse tranquilamente a tomar un café en alguna de sus terrazas y recrearse en la fachada de su Ayuntamiento, sintiendo el murmullo del agua que cae de los caños de una de las fuentes más bonita de La Alpujarra. A tiro de piedra está la monumental iglesia de la Encarnación, mudéjar en el exterior y barroca en su interior. Hay muchas más cosas que ver, pero no abandone Laujar sin ver el nacimiento del Río Andarax.
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