Antonio Lao
La Junta y las recetas contra la sequía
Planificar, invertir y ejecutar son los tres verbos que la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía conjuga para luchar contra la sequía. Como declaración de intenciones me parece de lo más acertado. Un cóctel casi perfecto para avanzar en la senda del futuro que nos espera y hacer frente a uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la Almería, Andalucía, España y el mundo en su globalidad en los próximos años.
Si hay un reto que está por encima del resto y que abarca o congrega a toda la humanidad ya les digo que será la falta de agua y los grandes períodos de sequía, que se avecinan, cada vez con mayor asiduidad, provocados por el cambio climático. Como premisas, entiendo que son la base sobre la que debe asentarse cualquier programación encaminada a, no sólo mejorar la vida de las personas, sino a la propia subsistencia. De ahí que las palabras del consejero de Agricultura y Agua de la Junta de Andalucía, Ramón Fernández Pacheco, me parezcan de lo más coherentes y acertadas. A partir de aquí llegan los peros, que son muchos, y algunos de los cuales voy a tratar de desgranar a partir de ahora. El primero pasa por las competencias que cada administración tiene en materia de agua. Sin el compromiso de todos, sin excepción, creo que las intenciones sólo se pueden quedar en eso, en intenciones. De nada sirve que la Junta de Andalucía planifique inversiones, más o menos millonarias en abastecimiento o conexiones si no disponemos, por ejemplo, de las plantas desaladoras que permitan generar los recursos hídricos que, a posteriori, se repartirán entre los que los necesitan.
Un ejemplo basta para que la madeja pueda desenliarse. Me refiero a la desaladora de Carboneras, cuya necesidad de duplicar capacidad es más que urgente; la puesta en marcha de la de Villaricos, doce años anegada o la de Mar de Alborán, en la que la empresa privada ha hecho una gran inversión y en la que se llevan años de negociaciones, compromisos y alguna que otra tensión para conocer cómo se produce el reparto de los 20 hectómetros que produce y quienes son los competentes en hacerlo.
De trasvases mejor hablar lo justo. Otra vez, y ya no recuerdo cuantas se han producido en los últimos años, se pone en tela de juicio una infraestructura básica para el desarrollo del levante español. Imposible entender lo que ha sucedido en Murcia, Valencia y parte de Almería sin los recursos de éste, pese a que Castilla-La Mancha y sus gobernantes se empeñen una y otra vez en hacer política con el agua. Si de verdad tuvieran posibilidades de desarrollo agrícola, con productos que alcancen valor en el mercado y no vengan de las subvenciones, ¿alguno de ustedes creen que no lo hubieran hecho?. Todo ello, claro está, poniendo por encima la sostenibilidad y el uso racional de un producto cada vez más escaso.
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