Luces y Razones
Antonio Montero Alcaide
Navidad
Este poema llegó a mí como lo hacen las mejores cosas. Cuando no lo esperaba, cuando más lo necesitaba y de la mano de alguien muy respetable para mí. Constantino Kavafis escribió el poema “Ítaca” en 1911. En la “Odisea” de Homero, Ítaca es el hogar al que Ulises lucha por regresar durante años, enfrentando innumerables desafíos.
Kavafis transforma esta emblemática travesía en una alegoría sobre la vida humana. Nos recuerda que, al igual que Ulises, todos estamos viajando continuamente hacia nuestra propia “Ítacas”, materializada en los objetivos y sueños que nos guían. El poema arranca con un deseo genuino: “Cuando emprendas tu viaje a Ítaca / pide que el camino sea largo / lleno de aventuras, lleno de experiencias.” Comienza Kavafis subrayando la importancia de vivir un camino rico en vivencias puesto que en ellas estriban la verdadera riqueza. Son las aventuras las que nos forjan, nos educan y nos transforman. Luego Kavafis menciona enemigos míticos como los lestrigones, los cíclopes y el colérico Poseidón, símbolos de los miedos y obstáculos internos que enfrentamos en nuestro devenir. Mas pronto asegura que estos monstruos no aparecerán si mantenemos un pensamiento elevado y una emoción selecta; nos anima así a cultivar el espíritu.
El viaje hacia Ítaca es también una búsqueda de conocimiento y sabiduría. El poeta nos insta a detenernos en “los emporios de Fenicia” para adquirir “hermosas mercancías” y a visitar “muchas ciudades egipcias” para aprender de los sabios. Estas metáforas representan la acumulación de experiencias y conocimientos, esenciales para nuestro crecimiento personal. Y al acercarnos a nuestro destino, los versos nos recuerdan que “Llegar allí es tu destino / mas no apresures nunca el viaje.” La prisa por alcanzar nuestras metas puede hacernos perder de vista la belleza y el valor del proceso.
Y, finalmente, Kavafis nos ofrece una revelación: Ítaca puede parecer pobre al llegar, pero no nos habrá engañado. La verdadera riqueza no está en el destino, sino en el viaje y las experiencias vividas. Ítaca nos brinda “tan hermoso viaje” y sólo a través de una travesía semejante es como terminamos siendo sabios y capaces de comprender el verdadero significado de nuestras metas. Estos versos nos invitan a reconocer que, al final, es el camino y no el destino. Brindo por Ítaca pero más por las aventuras que aún nos aguardan hasta avistar su costa.
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