Invasión de la pereza

Cada uno es su circunstancia y “sus obligaciones”. Cada uno tenemos unas obligaciones no escritas pero si asumidas y llevaderas a cabo cada día. Ir al supermercado, cuidar las macetas o el jardín, colaborar en hacer la comida, etc. Pero hay días en los que uno intenta levantarse con la pereza a cuestas, y siente como se sitúa en los párpados y no deja que los ojos se abran; cómo se agarra a las manos e impide que estas se muevan con naturalidad, y en las piernas, como si fuera un saco lleno de piedras, se atrinchera en nosotros sin permiso.

“Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda”, (Jaime Luciano Balmes). En otras palabras, hace referencia a alguien que carece de motivación, energía o impulso para llevar a cabo sus tareas o responsabilidades. El sol que entra por la ventana no trae la luz suficiente. Hay días en los que es necesario acurrucarse bajo la luz de la luna. Parar y no hacer nada, para volver a llenarnos de todo.