La esquina
José Aguilar
Un fiscal bajo sospecha
Gafas de cerca
El lunes temprano el entrevistado era un investigador y escritor que me pareció entre esto y lo otro bastante creyente en la “socialdemocracia”, una certeza europea en la que ya no observa uno mucha diferencia con la “democracia cristiana”, porque se parecen a su manera después de tanto tiempo juntas. Ninguna alusión por sus partes a una convergencia entre los más votados, un pacto que se ignora como a la peste: “Contigo, no, bicho; antes la muerte”. El entrevistado dijo que no había alternativa para mantener el poder si no era negociando con esta o aquella minoría. Daba por descartado ningún acuerdo de gobernabilidad entre PSOE y PP.
Vasos comunicantes sus votantes, el PSOE arracima a los socialdemócratas y el PP a los democristianos, aunque sus programas han ido convergiendo en las cosas que son esenciales para una mayoría. Permitan ahora. Aunque es otro sitio Alemania, es un ejemplo a seguir, porque es sensato. Vista Alemania a distancia, uno envidia los muchos periodos en los que allí han estado compartiendo consejo de ministros, en “Gran Coalición”, los democristianos y los socialdemócratas. Pero aquí es más complicado. Lo damos por descartado. Nadie nunca habla de que los partidos mayoritarios se den por aliados natos. Es un tabú.
En ausencia de coalición de ese tipo, el entrevistado dijo que a la socialdemocracia española le era inevitable hacer los pactos que pudiera, también para evitar que “la derecha” hiciera gobierno con Vox, la ultraderecha. No era exagerado su argumento, razonado con bien dichas palabras y certezas. Todo lo que decía era normal. Que PNV, ERC, Bildu y Junts son, a discreción, las únicas opciones del socialismo para ejercer el poder. Pero, por qué está fuera de toda duda que los dos partidos grandes no pueden irse de ninguna manera entendiendo. Que es teatro e ineficiencia aparentar el conflicto, porque después en la práctica hacen lo que van pudiendo, y, a lo que vamos, lo que puede uno y otro es lo mismo o muy parecido, porque el votante del PSOE y del PP son, como dice el gran Gregorio, “ranos de la misma charca”.
El entrevistado también recordó que hay tres núcleos de empleo en tres capitales, y que esos son los verdaderos centros de gravedad del país. Que desde la gran Madrid se le mueva la silla al demasiado titubeante Feijóo no es más sino la confirmación patria de la frase atribuida a Churchill: “Los de enfrente son nuestros rivales; los enemigos estos de aquí atrás”. Y así va la cosa.
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