Inquisición y brujería

Reflejos

23 de octubre 2024 - 03:07

En el siglo XVII Europa era una tea, por todas partes las hogueras quemaban a brujos y hechiceras, sobre todo a mujeres. No sólo ardían brujas, sino que también se incluían a los llamados herejes. Para los protestantes eran los católicos, para los católicos los protestantes. Aunque preferentemente a los herejes se les aplicaba la horca, como ocurría, con profusión, en Inglaterra, Escandinavia y Alemania. En Francia hubo casos, sobre todo cuando gobernaba el cardenal Richelieu, de quema de hechiceros y brujas, véase el caso Urbano Grandier, en 1634, aunque en realidad constituía una aniquilación de sus enemigos políticos.

Salvo periodos puntuales de eliminación de rivales políticos o religiosos, fue una constante la quema de toda persona acusada de brujería.

Miles de hechiceras y brujos se enviaron a la hoguera, Alemania fue el centro principal, seguido de los países escandinavos, Inglaterra y sus colonias americanas. En Francia la quema de estos endemoniados fue menor. En Italia existieron muy pocos casos, abusando más de las prisiones y destierros, en Polonia fue casi inexistente y muy raro en Rusia. En España sí hubo, al igual que en el resto del continente, brujas llevadas a la hoguera, aunque muchísimo menos. Según los archivos de la Inquisición, su número fue de unas sesenta. Compárese con las más de sesenta mil víctimas que fueron quemadas en el resto de Europa. Tras 1610, cuando se le aplicó esta pena a las hechiceras de Zugarramurdi, varios teólogos de la Inquisición pusieron en duda la existencia de conjuros y pactos diabólicos, achacando tales hechos a desórdenes mentales, supersticiones y producto de la incultura. Casi la totalidad de los acusados procedían de los estratos más bajos de la sociedad, sobre todo mujeres, siéndole aplicada desde ese momento penas de prisión, destierro y acto público de penitencia. Entre los que así lo interpretaron figura Pedro de Valencia, humanista, perteneciente a la Escuela de Salamanca. Fue oído por el Inquisidor General, Bernardo de Sandoval, suavizando la aplicación de penas sobre estos delitos. A diferencia de Europa, en España se utilizó el sentido común, causa de lo cual la aplicación de la hoguera fue excepcional a los acusados de brujería, para los herejes fue distinto, pero en un número muy inferior al resto de Europa. En Inglaterra, su rey Jacobo I escribió, en 1597, “Demonología”, creyendo en las posesiones del maligno y hechicería. Pero la Leyenda Negra falseó el relato, siendo España la atrasada, clerical y amante de la hoguera. La Historia fue cambiada por los enemigos de los Austrias hispanos.

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