A Vuelapluma
Ignacio Flores
Los míticos 451º F
Comunicación (Im)pertinente
Hace apenas una semana, el Ayuntamiento de Terrassa anunció la puesta en marcha de la campaña “21 días. De entrada, habla en catalán” (traduzco). El título es engañoso. En realidad, es “de entrada” y “de salida”, porque se pretende mantener el catalán siempre, lo entiendan (o no) sus interlocutores. La medida, impulsada desde el Centro de Normalización Lingüística, fue anunciada por Montserrat Caupena, profesora llegada hace años de Tordera, que ocupa hoy la concejalía de políticas lingüísticas. He de reconocer que la noticia, de partida, me causó estupor. Me da la sensación de que una ciudad como Terrassa (por encima de 220.000 habitantes) tendrá cosas más perentorias que resolver. Lo siguiente fue una indisimulada sorna. Después de más de un siglo recibiendo migrantes, en Terrassa hay barrios (y más barrios) en los que resulta por completo imposible aplicar la campaña. Sencillamente, no se habla catalán, ni español en muchos de ellos. Después me atribularon las cifras. ¿Por qué 21, no 7 o 23 días? La concejala experta en política lingüística aclara que esa es la cifra aconsejada por los expertos para modificar hábitos. He publicado más de 50 monografías científicas, la mayoría de ellas vinculadas a la sociolingüística, para lo que he leído ni se sabe cuántas páginas. Es la primera vez que veo esas cifras referidas al comportamiento lingüístico, muchísimo más condicionado por múltiples factores que, en todo caso, no son susceptibles de ser reducidos a una sola cifra. Lo mismo es que estos expertos son compañeros de los integrantes de Nova Historia, un grupo más que bufo dedicado a amoldar los hechos del pasado a los dictados del independentismo. Finalmente, me llegaron los recuerdos que me hicieron comprenderlo todo. Con Bartolomé, Joan, Manolo y Víctor hablamos en castellano, la lengua habitual en el colegio donde nos conocimos. Eso no va en detrimento de que dentro y fuera del grupo cada cual (o entre nosotros) emplee la lengua que le parezca más oportuna. Con Salvador aplicamos un cambio de código propio de un manual de sociolingüística: Salvador me habla en catalán y yo le respondo en castellano. Fue una iniciativa suya, hace tiempo, para que así recordásemos más vivamente a nuestras respectivas familias. Me pareció una idea hermosa, con independía de nuestros hábitos lingüísticos fuera de nuestra burbuja. Los únicos problemas lingüísticos de Terrassa los han traído los nacionalistas. En su tiempo, los franquistas persiguieron hasta su propia lengua materna; ahora los independentistas parecen empeñados en librar una cruzada idiomática contra todo lo que se mueva. Más allá de eso, en Terrassa todo ha sido más fácil, natural y emocional. Lo mismo es que la concejala Caupena no ha terminado de llegar a la ciudad. O que Junts hace tiempo que abandonó el mundo real.
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